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		| Sobre el humo de un cigarro se monta una chica chiquitita de unos siete centímetros de estatura. Morena, ojos cataños, pálidos azules en su parte blanca. 
 Le prohibo su sonrisa, y sonríe complacida como si prohibiciones le agradara. Cabello en ondas que caen como cascada de serpientes; piel lisa como si fuera bonito acariciarla. Siento en mí la nostalgia de la pérdida.
 
 (Ella me verá sobre su cigarro como la imagewn de un bebé exigente y malcriado)
 
 Tomo una foto mental que proyecto sobre un cuadro que se mueve y que se altera dependiendo de las circunstancias.
 
 De noche, a veces en silencio, sale del cuadro impregnando el salón que no es real, de un aura gris azulado al cual no juzgo. Pero suele pedirme que abandone mi vida y penetre en el cuadro, lo cual rechazo.
 
 
 
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Texto agregado el 11-10-2005, y leído por 142 
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