Tú sabes, que un sueño puede volver a ser el mismo, aunque eso casi nunca ocurre; tú sabes, por que cuando despiertas sientes frío y se te va yendo la calma y luego piensas que ya nada tiene que ver, ni con la humedad, ni con el cielo, ni con noches agitadas de incierto final.

Tú sabes corazón, de días ralos y de parches ligeros, esos que tan bien sabias colocar sobre la piel y me decias: "calma que de eso se trata, no ves que tantos agujeros tienes en el alma"; y nunca entendí yo bien de tus poderes, pero descubrí que hay que respirar profundo y cerrar los ojos y quedar encantado, como si fuera un cuento de hadas.