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Reflejando su oscuridad sobre las sombras de la cueva, se preparaba para salir luego de la hibernación de largas eras.

Caragdûr sentía temor de ver cuanto había cambiado el mundo que conocía, que las personas no fueran las mismas y que su trabajo se tornara difícil.

Pero viendo un poco más las civilizaciones, se fue tranquilizando, al ver que ya sin su ayuda estaban empezando a matarse entre ellos.

Se torna cada vez más cierto eso de la autodestrucción del ser humano, pero ¿dónde queda el valioso papel que hemos estado jugando toda nuestra vida? – se preguntaba- ¿porqué habrán dejado de escuchar a Araziel y rompieron el equilibrio que manteníamos? –se reprochaba-

Ya veo que viene llegando la hora de que esta historia se termine. El único futuro que veo, es su extinción y el nacimiento de nuevos seres.

A veces dudaba de si había seguido el camino correcto, si no estaría mejor del otro lado, si su tarea se volvería más fácil y reconocida por alguien siquiera, ya que en estos momentos nunca había visto un reconocimiento de todo lo que había realizado, un arduo trabajo -pensó-

Pero vio que era su hora actuar y detonar finalmente su fuerza. Terminar de llenar todos los espacios de oscuridad, y dejar que se desaten los combates más sangrientos de los humanos. Era tiempo de encontrarse con Lilith y Mephistoféles para acabar con la raza humana, pero sus arrebatos de grandeza y de poderío ya le habían invadido la mente, ¿qué tal si al final no comparten y yo solo quedo como nada? ¿Qué tal si ellos se llevan la gloria de las acciones como siempre y yo quedo reducido a nada?

-Éste letargo del que vengo saliendo me ayudó a recuperar mi energía y mana. Ya estoy más preparado, ahora soy más fuerte y poderoso que ellos, no los necesito. Empezaré a mostrar mi furia ante todos.

Inició su trabajo de la manera más simple y disimulada, sembrando discordia entre pueblos y naciones, hablando a los oídos de la gente, llenándolos de envidia, orgullo, ego... Vio que las batallas y guerras aumentaban, en cantidad y devastación. Aprovechó también el poder de su soplido formando temibles tifones que azotaban a todos lados. Pero estaba tan compenetrado en sus obras, que se descuidó y no se percató que Ariel e Isrefel venían a buscarlo, para recobrar el orden.

Caragdûr por ambicioso se quedó sin el placer de ver como la raza humana se destruía entre si, el deleite de ver con sus propios ojos como corrían ríos de sangre en las ciudades donde él inició el caos, el goce de ver las caras de dolor, oír los gritos y el llanto de las personas suplicando por sus vidas. Sus egoístas deseos de hacerlo todo solo lo confinaron una vez más a su oscura cueva por otros miles de años más.

Texto agregado el 21-10-2005, y leído por 195 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
31-10-2005 Me encantó. honeyrocio
28-10-2005 Ja ja ja, interesante historia, original y muy bien narrada. Un saludo de SOL-O-LUNA
26-10-2005 huy pobre, ***** lagunita
21-10-2005 en un mundo lleno de imperfecciones, ni los demonios se salvan no?... denada
 
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