Los violadores de mujeres (especialmente cuando el caso es crónico) generan una especie de miedo que ellos mismos confunden con respeto e idiotamente con un reconocimiento de una supuesta superioridad que ellos mismos se creen; idiotamente les nace una ternura hacia quienes con asco les temen y esa ternura se transforma en instinto paternal.

Ese fue el caso de Zeus, el primero que, mediante el miedo se proclamó como Rey y encadenó a todo aquel que lo sabía Violador y violador crónico de mujeres.

Ése es también el paternalismo idiota que vemos a Pedro sentir por Juan cuando leemos a Lucas (todos sabemos que Pedro era un Cobarde, es más: un maricón enamorado de sus verdugos... un culo de maricón sediento de guevo).

Para bien lo tenemos arrestado y lo estamos destrozando chacralmente paso a paso, caso por caso, memoria a memoria, diente a diente y coñazo por coñazo. Afortunadamente ya no tiene esclava a quien caerle a coñazos por cada reclamo que se le hacía... pero tiene un hijo, que sea él el que escoja a cual de los dos hijos prefiere: a su hijo carnal o a su Verdugo.

(Juan II)