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Inicio / Cuenteros Locales / Cuentos_condicionados / Diandra Eclipsada (Diandra)

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"Es posible que un hombre logre alterar su destino. Haré todo para que el mío se revele."



Llegué cabalgando sobre un viento helado y cruel. Me recibe un cuervo con profunda calma que me intriga, con la mirada recorro el lugar buscando enígmas y solo profundos huecos llenos de larvas me invade.
El tiempo transcurre entre brumas y nieblas, lento y señorial, así comienzan a llegar seres increibles, jamás imaginables, cuerpos alados, criaturas de contextura mágica, rocas inertes empiezan a cobrar vida, el aire cargado de azufre me agobia, presiento que algo luctuoso me trae ese aroma, me llega una extraña sensación.
Escucho el eco de la voz trémula de Melpomene anunciar que sería la dama eclipsada.
Bebo con parsimonia el aire humeante que me embriaga, mi respiración es profunda, me entrego al tiempo, al deseo del deseo, a la vida, a la muerte, a lo infinito, a lo soñado como a lo prohibido, a lo humano como a lo divino, y cierro los ojos, siento una piel suave que me recorre lentamente.
El viento empieza a soplar deprisa, el aire apestante me envuelve, escucho los aullidos de lobos molestos, las gruesas gotas de sudor se deslizan por mi ser, ojos brillantes apuntando el único blanco que le perfila este tiempo sin fín, mi piel se eriza, mi corazón palpita, mi cabeza es como remolino sin vueltas, el olor penetrante como masa fermentada llena mis entrañas y se alborotan, mis manos empiezas a gotear néctar rojo, se abrieron las cavidades de mi cerradura oxidada , ahora solo derretida mi alma salió de mi, todos presienten el final, absorta en un mundo de poder, soy como gusano luchando con un águila, pronto he de ser la distancia de un eco, más no sé de quién primero.
Las garras me tocan, mordiéndome yo misma aullo, tomada en hiel hirviente, mi abdomen triturado, al rojo vivo mis huesos cocieron, lamieron mis visceras, disfruté mi presente como no mi pasado, asi
lo sentí como el veneno de ardientes colmillos, es el precio del pecado de ser mujer entre mujeres.
No grité, mi grito hubiese parido mil hombres a la vez, prometí no volver a sentir dolor, callé como callan los hombres que deciden vivír aún sigan muriendo muchas veces.
Volví fraccionada a ser polvo del polvo, el eclipse pudo ser total pero yo cambié mi destino, pues mi alma no logró fragmentarse.

Texto agregado el 01-11-2005, y leído por 234 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
13-11-2005 Genial...! misterioso
11-11-2005 clap, clap, clap... felicidades amiga te quedo de lujo. denada
08-11-2005 Grande amiga te felicito un beso!!!!!!! lagunita
08-11-2005 Felicitaciones muy buen relato,merecido el premio. saludos purpurinagirl
07-11-2005 Excelente ***** lagunita
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