TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Cedric / Adiós.

[C:153937]

Ni siquiera sé si estas líneas llegarán alguna vez a tus manos;entodo caso,si las lees querrá decir que yo ya no estaré en este mundo.
Dicen que cuando alguien va a morir,ve desfilar toda su vida ante sus ojos en pocos instantes,y eso es lo que creo que está sucediendo,salvo que en todo momento estás presente,tal es la obsesión que por ti siento.

Recuerdo cuando nos conocimos,aquella primavera,al finalizar un festival de canción protesta,cuando tú hacías auto-stop y yo regresaba,caracterizado de "ángel del infierno",con mi cazadora de cuero negro llena de remaches y mis raídos pantalones tejanos,conduciendo mi motocicleta.
¿Recuerdas? Era una máquina algo anticuada y aparatosa,pero de motor potente y suave manejo,que había rescatado de un desguace para ir restaurándola poco a poco,hasta convertirla en mi "caballo mecánico",como solía yo decirle,pintada en tono negro y plateado.

Tú ibas vestida con un curioso atuendo de línea "hippy",llevando unos gastados tejanos,blusa casi transparente suelta y un pañuelo anudado a la cabeza,del cual escapaban unos largos cabellos castaños,que te caían hasta la mitad de la espalda.
Al verte,paré junto a ti y me ofrecí a llevarte en la moto.Tú dudaste un momento pero,al final,accediste a subir.Montaste tras de mí y nos dirigimos a la ciudad.
Ibas cogida a mi cintura y yo sentía sobre la espalda la suave presión de tu pecho,que se acentuaba cada vez que aceleraba para efectuar algún adelantamiento.

Cuando llegamos a la ciudad,te propuse ir a tomar una copa en un pequeño bar que conocía y nuévamente me aceptaste una invitación.Estuvimos charlando un rato y vimos que nuestros gustos eran bastante afines.
Al final,acabamos intercambiando nuestros respectivos números de teléfono para llamarnos y quedar para otras veces, como así hicimos.
No voy a extenderme demasiado en lo que fueron los siguientes encuentros, hasta que en una ocasión, en que nos fuimos de copas, acabamos despertando desnudos los dos, en mi cama, donde hacía tiempo que vivía yo sólo, con la única compañía de mis libros y mis discos.
Tras la lógica sorpresa y después de las correspondientes risas, apagadas en parte por la resaca que ambos padecíamos, decidimos vivir juntos, para lo cual trajiste tus cosas a fin de instalarte en mi hogar, que era bastante ámplio y agradecería algún retoque de una mano femenina.
Y aquello fué el principio de todo.

No creo que hubiera en la ciudad dos amantes como nosotros, que aprovechábamos cualquier momento y lugar para dar rienda suelta al más desenfrenado de los deseos.Yo deseaba a veces una relación más sosegada, sentados los dos plácidamente en el sofá, oyendo música suave mientras, abrazados los dos,nos acariciábamos sin decirnos nada,tierna y cariñosamente.

Pero era imposible, pues nuestro amor era algo brusco y salvaje, que nos hacía rodar por el suelo, en un súbito ataque de pasión,buscando con furia sin límite lo que parecía la culminación del placer supremo, que recibíamos en forma de una gran explosión, que era compartida por los dos como si el mundo fuera a acabarse en pocos instantes.
Dice un antiguo proverbio:"El hombre es fuego,la mujer estopa,llega el diablo y sopla". Y eso es lo que ocurría entre nosotros cada vez que nos prendía la llama del amor.Hasta que súbitamente todo se vino abajo, como un castillo de naipes.

Era un frío día de invierno. Yo volvía a casa tras una agotadora jornada laboral y, al entrar, te ví sentada en una butaca del salón, seria, con un cigarrillo en la mano.Te miré a los ojos, en los que no se notaba el menor rastro de alegría y me dijiste: "Estoy embarazada".
Grátamente sorprendido, pues la paternidad no formaba parte de mis planes, fuí a darte un abrazo, pero tu expresión dura y seria me contuvo.
"No quiero ese hijo"-me dijiste-"quiero abortar.Me horroriza pensar en mi cuerpo deformado por la gestación,aparte de la faena que da un niño pequeño. Por otro lado está mi trabajo, donde me va muy bien y estoy promocionándome cada vez más. No es cuestión de renunciar a toda una carrera profesional por un crío".

Yo no daba crédito a mis oidos.Intenté convencerte con buenas palabras,pero era inútil.Tu obstinación podía con mi paciencia, que fué desapareciendo para dar paso a una furia que pugnaba por salir de dentro de mí. En un momento dado, levanté mi mano dispuesto a cruzarte la cara, pero nuévamente tu mirada, fría y desafiante, me contuvo.

Fuera de mí, salí de casa dando un fuerte portazo y marché a la calle, por la que deambulé durante varias horas, bajo el frío y la lluvia, mientras intentaba calmarme y buscar nuevas soluciones que proponerte.

Cuando volví a casa, tú te habías ido, llevándote todas tus cosas. Encima de la mesa del comedor me habías dejado una carta en la que te ratificabas en tu decisión y me pedías que te perdonara, pero que lo nuestro no podía seguir. Hubo una frase de tu carta que se me clavó en lo más profundo de mi ser, pues decía: "Entiérrame en tu pasado".
Salí nuévamente a la calle y no te encontré en ningún sitio de los que solíamos frecuentar. Los pocos familiares que tenías y nuestros amigos comunes no supieron darme razón sobre ti. En tu trabajo me dijeron que, de la noche a la mañana habías solicitado una excedencia y te habías ido, lo que me hizo suponer que tu marcha estaba preparada desde mucho tiempo atrás.

Dí parte a la Policía, vendí la moto para pagar a un detective y abandoné mi trabajo para buscarte, pero todo fué en vano. Parecía que se te hubiera tragado la tierra. Y así hasta ahora.

Tu vacío domina mi vida por completo, lo cual noto de forma especial cuando llego a casa y despierto, a mitad de noche, solitario en mi cama;algunas veces estiro mi brazo y busco con mi mano el contacto tibio y sedoso de tu cuerpo,sin resultado alguno, aumentando aún más la angustia que tu ausencia me provoca.
No puedo seguir viviendo de esta forma y, en gran parte, me considero culpable de lo sucedido. Sin embargo, no quiero que te sientas responsable de mi decisión, que he asumido por propia voluntad.
Mientras te escribo estas líneas he ido tomando las pastillas de un frasco de barbitúricos, acompañándolas de varias copas de ginebra. Empiezo a notar el efecto y creo que el final ya está cerca.

No quiero que por mí se digan misas ni cruz en mi ataúd. Sólamente deseo que me entierren junto a mi madre y que, si alguien quiere dar cierta solemnidad a tan lúgubre momento, que cante a mi memoria el "kadish" de los judíos, a los cuales siempre he admirado.

Adiós, nos veremos en el otro mundo, si es que existe.

Texto agregado el 03-11-2005, y leído por 184 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-11-2005 No leí mucho sobre que siente el hombre frente al aborto decidido por la mujer... punto interesante. lilianazwe
03-11-2005 Uy! que rudo!, me gusta la simpleza y el lenguaje libre de romance para describir una escena tragica y amorosa a la vez celiaalviarez
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]