La estancia queda cerrada, aunque queden huecos, ya que la puerta que trajo en el triciclo, desde el contenedor de basura donde la dejaron apoyada, es buena, casi nueva, pero no ajusta al marco.

Los ladrillos dan al exterior de la caseta una imagen que no tienen el resto de chabolas. Hay una ventana con un cristal aunque era de las de dos; el otro lo rompió alguien desde la calle. La envidia es muy mala. Y el tejado totalmente de plástico transparente, de esos que se ponen en invernaderos para que pase la luz del sol y las plantas crezcan sin miedo al frío.

---Me gusta ese tejado porque el sol entra en casa desde arriba y se ve todo como si estuviéramos en el campo. Calienta mucho la casa en invierno. Claro, en las horas de sol, porque de noche se siente el frío.

Mi padre es muy trabajador. Muy buen padre. Allá a las ocho de la tarde se va con el triciclo hacia el centro de la ciudad y viene cargado con de todo. Y no le cuesta nada de dinero porque lo recoge de los contenedores. Hoy ha traído juguetes para mis hermanos y para mí. Como soy el mayor le ayudo a descargar y guardo la bolsa de la comida. Bueno, no la suelto de la mano porque mi hermanito de seis años a veces no puede esperar y se lleva corriendo lo que pilla de adentro de ella, no piensa que debe haber comida para todos y debe durar hasta mañana al mediodía. Ayer comimos unos trozos de pizza para cenar. La gente tira de todo, será porque le sobra. Nosotros también tiramos lo que nos sobra. Bueno, menos comida. Pero cuando quemo los cables que trae mi padre para sacarle el cobre, tiro el plástico quemado bien lejos de casa, que huele muy mal.

Lo más pesado es traer el agua cuando mi padre se ha llevado el triciclo. Hemos de ir mi hermano Pablo, el de seis años, Lolita, de siete y yo con bidones de plástico hasta allá abajo junto a las casas, que hay una fuente, llenarlos y luego subirlos sobre los hombros. Pablo lo arrastra, claro, no tiene fuerza como yo.

Qué buena persona es mi padre que lava a Joaquín y le calienta leche y se la da en un vaso con una goma que tiene como un chupete y él chupa y chupa hasta que se la termina. Mi padre me dice que yo también era muy tragón de pequeño.

Hemos de estar muy atentos Lolita y yo para que las ratas no le coman el pan de la mano a Joaquín. No lo podemos dejar solo. Si no está ella estoy yo. Entran por los huecos que deja la puerta y por agujeros que hacen en la tierra del piso.

Me está enseñando a leer y escribir Victor, mi vecino. También sabe tocar la guitarra y cantar. Claro, como es gitano.

Escribo esto para leerlo cuando sea mayor, porque el otro día le oí decir a mi padre que conforme se hace más mayor, más pierde la memoria.

Ya viene mi hermana a quedarse con Joaquín. Me voy a jugar a la calle que ha llovido y se pueden hacer ríos en la cuesta y tirar barcos de trozos de madera.

No quiero escribir sobre mi madre.



Dedicado a Nélida (Claraluz) en su cumpleaños.