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El día que muera, miles de almas podrán ver la luz.
Cuando desaparezca de este mundo la primera imagen que aparecerá en mi mente será seguramente la de aquel hombre con el que tropecé aquel día de otoño, en la calle más oscura de la ciudad que creía mía, la ciudad perdida de la mano de Dios. El hombre apareció entre las tinieblas y sombras de la noche, vestido completamente de negro, la piel pálida y el pelo oscuro y lacio que le caía sobre los hombros le hacían tener el semblante de una aparición de ultratumba. Chocó contra mí casi derrumbándose. Su mirada atravesó mi alma, haciéndola resquebrajarse. Fue entonces cuando el hombre se me presentó, -Hola niño, me queda poco tiempo y no quiero desaparecer de este mundo sin traspasar mi legado. Con una fuerza sobrehumana me agarró del brazo y me condujo hacia la parte más tenebrosa de los callejones alejados de la ciudad, llegamos a una casa en ruinas que había perdido la noción del tiempo desde que fue construida. Una vez allí su mirada se volvió a posar en la mía, el miedo que sentía por aquel encuentro tan extraño se convirtió en calma cuando la mirada hipnótica del hombre de negro me transmitió la tranquilidad más absoluta que había sentido, quedé atrapado como un ratón delante de una serpiente segundos antes de ser devorado, de nuevo la voz de ultratumba lleno mis oídos de palabras: -Perdona niño, mi nombre es Lazar, te llevo observando varios días y he sentido la energía en tu cuerpo que necesito para continuar mi estirpe. Quiero que sepas que mi elección no la puedes rechazar, ya que tu destino ya ha sido trazado. En ese momento Lazar se abalanzó sobre mi y con una mano me cogió la cabeza mientras que con la otra me apretó el pecho hasta sentir que mis latidos comenzaban a dispararse. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y una sensación de vacío y tristeza entró dentro de todo mi cuerpo, el dolor que sentí en ese momento hizo que mis gritos se escucharan en cualquier rincón de la ciudad, de esa maldita ciudad. Cuando desperté me vi tirado en el suelo, no sabía cuánto tiempo había pasado de mi encuentro con Lazar, sólo sabía que él ya no estaba. Me encontré desnudo y a mi lado yacían las ropas que anteriormente vestían el cuerpo de aquel hombre, así que me vestí con ellas. Sentía una sensación extraña de ahogo que me oprimía y un hambre fuera de lo común, diferente. Notaba la necesidad de algo que hasta ese momento no conocía. Salí de la casa mareado por la sensación de hambruna que en vez de agarrotarme el estómago, me oprimía el corazón. Era de noche y mis pasos eran lentos y costosos, avanzaba apoyándome en las paredes, contando cada esquina y fatigado me desplomé justo en una plaza que no conocía de nada, todo era tan oscuro y tétrico que no me situaba en la ciudad que tanto conocía o creía conocer. De repente noté un olor, ese olor que ya no saldría más de mis fosas nasales desde aquel día, era un olor que me daba a conocer el alimento próximo que calmaría mi hambre, mi sed, mi dolor. Me levanté, sorprendiéndome a mi mismo por la rapidez y la fuerza que me abalanzaba hacia aquel olor, me guiaba por un instinto animal que me hacía ser un silencioso y precavido, como un ave rapaz me moví hasta que observé realmente de donde salía ese olor. Era un pobre hombre que dormía en un banco, despreocupado de todo, sin saber que era lo que se le avecinaba, ignorante. Sin saber como me tiré encima de aquel pobre hombre y le agarré por el pecho, mis manos se pusieron encima de su corazón y mis ojos se cruzaron con los suyos temerosos. Empecé a sentir una sensación de placer y plenitud que no se parecía a nada que había experimentado y pude ver como el hombre se apagaba, sus ojos se cubrían de una neblina que no dejaba ver sus pupilas y el tono de su piel palidecía hasta verse blanca como una hoja de papel. Cuando el olor desapareció me vi con un hombre moribundo y mi hambre calmada, la situación me llenó de terror y salí corriendo hacia mi casa. Los días fueron pasando y cada noche cuando el hambre me consumía mi más adentro, el olor aparecía de repente haciendo que buscase una víctima más, la víctima que me saciara de nuevo. Cada mañana al despertar ojeaba los diarios y podía ver como en sus páginas se hablaba de gente que aparecía al día siguiente moribunda y sin vida, cada letra que leía de esas páginas me hacía sentirme como un monstruo, como un ser despiadado sin conciencia humana. El tiempo pasó y con el tiempo cada mañana las páginas de los periódicos se llenaban de nuevas víctimas mientras mi hambre se calmaba con aquellas almas que no volverían a sentir los cuerpos inertes que quedaban tirados en las calles de aquella maldita ciudad. El sentimiento de repugnancia crecía en mí. Hasta aquella noche que el olor me llevó hacia una calle, una calle que aunque cegado por el hambre y el olor. Creía reconocer. El olor me indicó a una muchacha que esperaba en una parada de autobuses, me acerqué sigilosamente y me lancé hacía ella, sacié mi hambre sin pensar en nada más, cuando acabé me fijé en aquella cara, la sensación que noté de repente fue como un caos que se precipitó destruyéndome lo poco que me quedaba de razón, la muchacha que había consumido para alimentar mi corazón vacío era mi propia hermana. El asco inundó mis entrañas mas profundas y, como siempre, decidí huir lejos, pero esta vez con el cuerpo desalmado en brazos. Sentí que lo animal que me poseía en esos momentos, se me comprimía justo a la altura del corazón oscuro que me hacía tan irracional. Al llegar a mi guarida, fue cuando decidí no volver a salir, aunque el hambre me comiera por dentro, aunque el olor me hiciera volverme loco. Fue ese el momento cuando descubrí que justo en el momento que muera miles de almas podrán ver la luz.

Texto agregado el 07-11-2005, y leído por 529 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
11-11-2005 Palabras que termian escapandose dreamcatcher
11-11-2005 La verdad si todos tuvieramos la oportunidad de poner nuestra version, no seria ni peor ni mejor que las vuestras solo diferentes, es lo unico que te puedo decir...Un abrazo. kasiquenoquiero
11-11-2005 He leído tu cuento curiosa por la cita que encontré en el de cuando_nieva.Creo que ambos son muy buenos pero que en los dos acelerais demasiado el final.Da la sensación de que apurados por vuestro particular duelo no exprimisteis la historia todo lo que puede dar de sí.Así todo los dos me gustaron,cada uno en su estilo. laamantedemorfeo
11-11-2005 ¡que fuerte!, me has dejado acojo****, es una historia digna de una película de terror, mis cinco* por supuesto y mi respeto por dejarme tan sumamente impactada a pesar de haber leído ya la versión de cuando nieva sobre los cedros astarte
11-11-2005 Genial, espectacular, no se que otro adjetivo ponerte pero esta magnificamente realizada, ya leí una parecida, esta creo que es la original, por eso por la manera de escribir, y además mostras tus sentimiento dentro de tal calvario, lo hace maravillosa******* lagunita
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