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Sin tiempo. Rincón del purgatorio.

- Dígame señorita... –toma un gran libro y lo comienza a hojear buscando algo- señorita Carla, sí aquí está su nombre. Bueno, dígame ¿cómo fue que murió?
- Yo morí hace unos minutos, creo que fue por un balazo que me llegó al pecho. No estoy muy segura pero creo que fueron 3 balazos y el último me mató.
- ¿Me podría contar por qué le llegaron esos balazos?
- Sí, creo que puedo.

Sin decir más me llevó a otro rincón donde había una silla de madera iluminada por una leve luz que provenía de quién sabe dónde. Me pidió que tomara asiento y que recordara lo que había pasado ese día.
Al recordar comencé a hablar sola, pues el extraño hombre ya se había marchado.



(hablándole al aire)
6:30 PM. Parque Amarillo.

Hay dos jóvenes sentados, conversando animadamente de algo que no logro comprender. Sus manos se tocan cariñosamente y ríen entre besos un poco exagerados.
Una brisa helada recorre sus espaldas y mueve sus cabellos como se mueven los míos... justo... ¿ahora?
Algo me hace despertar y darme cuenta que esa pareja somos Manuel y yo. Manuel no es mi esposo. Mi esposo es Ricardo, pero no sé porqué estoy con Manuel, creo que me hace sentir libre de toda la presión que ejerce Ricardo contra mi. Pero aun así yo amo a Ricardo y a Manuel también... son amores distintos.
Manuel mira la hora en su reloj: 7:00 PM. Demasiado tarde para un encuentro tan peligroso. Un beso dulce para la despedida y un abrazo con un “hasta pronto”.

7:15 PM. Estación de metro.

Estoy sentada esperando que pase el metro, algo me toma bruscamente del brazo y me levanta de golpe. Veo que es Ricardo con los ojos chispeantes por la ira.

- ¡Puedes decirme qué hacías besándote con ese tipo! Me engañas, ¡Eres una puta de
primera! Ya vas a ver cuando lleguemos al departamento, te vas a arrepentir.
- Ricardo, yo. Espera un poco, esto es un malentendido, creo que has visto mal, es solo un amigo. Me estás lastimando ¡suéltame!

Nunca había visto tan enojado a Ricardo. Estaba realmente exaltado. Y yo tenía un miedo terrible, ese hombre era capaz de matarme ahí mismo.


7:45 PM. Mi departamento.

Tomada fuertemente por el brazo, Ricardo me lanza al suelo.

- ¡Ahora me vas a explicar que estabas haciendo con ese tipejo en esa plaza!
- Ricardo yo estaba conversando con él.
- ¡Conversando! Crees que nací ayer. Yo los vi besándose y vi como te manoseaba y tú cual perra te dejabas.
- No me trates así después de todo tú tienes la culpa. Nunca me haces cariño nunca me demuestras cuanto me quieres. Solo llegas y gritas por cualquier motivo.

Con mi bolso me tapaba la cara para evitar cualquier golpe que se me viniera encima. Ricardo me miraba enfurecido con un puño levantado y el otro sujetando mi brazo derecho.

- No debiste haber jugado conmigo Carla, tú sabes muy bien que yo no tengo paciencia y hoy tu abusaste de la poca que tengo.

Luego de decir eso fríamente me levantó y me puso contra la pared. Sus dedos se engancharon en mi pelo y tiraron de él. Luego una cachetada golpeó mi mejilla y luego la otra. Con sus pies sobre los míos gritaba desesperado que me amaba y que él no merecía esta traición. Hubiera intentado gritar pero era tanto el dolor que no podía soltar un monosílabo siquiera.
Dejó de golpearme y se fue al cuarto llorando. Yo traté de moverme pero no podía. A los pocos minutos volvió con una pistola entre sus manos. Con una mirada decidida apuntó a mi cabeza. Él estaba llorando y yo empecé a gritar. “¡Cállate!” me decía irritado.
Traté de alcanzar el teléfono pero, al darse cuenta Ricardo me disparó en la mano y yo e quedé inmóvil por el dolor.

- No te muevas o te mato. – Decía con los ojos inundados de lágrimas – Quédate quieta o te voy a matar, es en serio.
- Ricardo por favor no hagas más locuras. Suelta el arma estoy muy arrepentida lo juro.
- ¡Cállate! – un balazo llegó a mi pulmón derecho y acto seguido uno al corazón.


Hora desconocida. Rincón del purgatorio.

- Muy bien Carla, al parecer fuiste asesinada injustamente. Pero aun así cometiste una falta de respeto por el cariño (un tanto extraño) que tenía Ricardo hacia a ti.
- Lo sé – le dije con la cabeza agachada mirando mis pies.
- Ahora te concederé el que puedas volver a la tierra para enmendar tus errores. Te llevaré hasta la fecha exacta en que tú decides casarte con Ricardo. El resto está en tus manos.


8:00 PM. Café Caña Blanca

- Carla, hace tiempo que nos conocemos y yo te quería pedir que te casaras conmigo.
- Ricardo yo...

De un momento a otro caí en conciencia y me encontré frente a Ricardo que me mostraba un anillo precioso.

- Carla, respóndeme lo que te estoy pidiendo. ¿Deseas casarte conmigo?
- Ricardo yo te quiero mucho y aprecio mucho el tiempo que hemos compartido pero creo que lo nuestro no es tan fuerte. Lo siento.

Tomé mi bolso, me levanté de la mesa y salí por la puerta. Al cruzar la calle siento que Ricardo me llama. Me doy vuelta y sentí como algo pasaba sobre mi.


Sin hora. Purgatorio.

- Señorita Carla que gusto tenerla aquí de nuevo...

Texto agregado el 08-11-2005, y leído por 140 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
10-11-2005 Tita tiempo que no hablamos. Acaso ¿Cambiamos las dos? Ya me lo habías mandando, he insisto con mi opinión "esta buena". freya
08-11-2005 Muy bueno. Un placer leerlo. Buena la idea y bien contada. Felicitaciones. grigera
 
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