El otro día leí de un psicólogo peruano, al parecer de mucho prestigio, que enamorarse le vuelve a uno más tonto. Eso lo había sospechado hace varios años, pero a las palabras de este doctor, le acompañaba el rigor científico, por lo que hay que darle más credibilidad.
Yo, aparte de estar enamorado, me han dejado y me han dejado suplicando de rodillas, por lo que no sé las escalas de este doctor peruano, pero debo estar al nivel del hombre de Atapuerca. Espero que no se indigne nadie por este comentario, ya sé que no soy al único que le plantan con una rabieta, pero si les ha pasado alguna vez comprenderán que es una de las sensaciones más ridículas.

Hoy me hubiese gustado hablar de la tristeza que siento, de la soledad y del desconsuelo, pero no puedo y la culpa la tiene esa chica larguilucha...

Hacía varios meses que con Amparo no lo llevaba nada bien. Como habrán supuesto Amparo es mi novia...mi exnovia... Estaba cada vez más distante, hacía lustros que no teníamos relaciones sexuales y a mi me empezaba a escamar que la regla le durasen dos semanas o que se le olvidase tomar la píldora cada dos por tres y claro ¡Como no le gusta con condón! ¡A mi tampoco, pero menos me gusta no hacerlo, leches!.
Fue horrible el día que oí la frase:
- Carlos, tengo que hablar contigo. Podemos sentarnos un momento.
¡Diooooos no, yo no me quiero sentar, ni hablar, ni nada de nada!
- Hace tiempo que habrás notado que no estoy igual contigo.
- Siiii...ultimamente estás menos cariñosa, pero tampocoooo...
- ¡Si yo lo que no entiendo es cómo lo aguantas! ¡Pero hombre, reacciona!... Mira Carlos, no voy a andarme por las ramas viendo que si no te lo digo claramente no te enteras. No estoy enamorada de ti, quiero dejar la relación.
Busqué una salida desesperada y pensé que no debía decirlo, que si lo decía iba a pasar por tonto:
- ¡Y si nos vamos de puente!...Y así looo...hablamos...para ver si hay alguna salida...
No lo dijo, pero en su mirada se leía perfectamente la palabra tonto. Tal vez ella había descubierto antes al psicólogo peruano.
No sé si le sentó peor mi propuesta o que le agarrara de los tobillos para que no se fuera, pero lo que más me dolió fue su amago de pegarme un taconazo con sus zapatos de aguja. Finalmente tras algún que otro forcejeo, tuve que resignarme y es cuando rompí a llorar mientras le gritaba que no se fuera. Que quieren que hiciese, el único recurso que encontré es el de dar lástima y soy un maestro, pero Amparo no se apiado. Cerró la puerta y se marchó.

Esto ocurrió hace un mes, día más, día menos y no he vuelto a saber de ella. ¡Me dejó! ¡¡¡Pues peor para ella!!! No pienso hacer nada por recuperarla, que haga ella el esfuerzo. Dejaré de llamarla al móvil y dejaré mis largas conversaciones con su buzón de voz, ya no pasaré por la salida de su trabajo, ni tampoco por su casa, ni por casa de su madre, ni su hermana. ¡Aunque me pille de paso! Ya no le llenaré su correo electrónico con mis mails, ni el postal con mis cartas, ni tampoco le tiraré mensajes por debajo de la puerta, ni pegaré postic en las farolas del parque donde suele pasear, ni en la parada del bus, ni el ascensor. ¡Se acabó! Voy a conservar algo de mi dignidad.

Hoy quería hablar de mi tristeza, de la soledad y el desconsuelo, pero no puedo y la culpa la tiene la chica larguilucha del 5º b. Y es que pensar en ella ha sido como un papel secante que me ha quitado algo de mi amargura.

Hemos coincidido varias noches bajando la basura y no sé que tiene, pero...hay algo que me atrae. No entiendo como me puede resultar atractiva, porque baja la basura en bata de guatiné y zapatillas de andar por casa. Serán las curvas que se adivinan bajo la bata lo que me erotiza, o su tono de voz cuando me da las buenas noches. No lo puedo explicar, pero hay algo que me embauca y casi me da igual el asfixiante olor a merluza que se respira en el ascensor. El otro día casi pierdo el aliento...no, no por el olor a merluza, si no al bajar la mirada por no aguantar la suya; descubrí un tomate en su pijama, a la altura de su rodilla, que me dejó ver un trozo de su piel.

Hoy quería hablar de mi tristeza, pero no puedo... ¡Joder, hoy estoy un poco tonto!.


Para Susana que hace más de un año que le debo unas letras por las que ella me dedico, por sus charlas y su risa y por los fines de semana imborrables que secaron algo de mi tristeza.