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CUANDO AGOSTO ERA 21

Cliver Ch. Macias



Esta es una historia tan parecida a tantas otras, que a veces la esencia de la misma se pierde entre los hilos de la tristeza que la sustentan. Esta es la pregunta que siempre llega a nosotros en esos amargo momentos del después: ¿A donde va el amor, que calla?, que vive tan solo un por un instante de pasión y se va acallando entre las sábanas con dolor…
Se encontraba en una banca de la escuela esperando la voz que la llamaría para ingresar a la habitación del director; era tan difícil ocultar en ese delgado uniforme los dos meses y medio de estado, su mente se iba y venía en mil cavilaciones hasta que una voz la hizo despertar a su realidad.
-¿Me llamó director?
-Si alumna, la llame para ser yo quien primero le diese la noticia: Aunque faltan algunos meses para el final de curso usted ha sido seleccionada como la mejor alumna de todo el colegio, y sabiendo que este es su último año de bachillerato no tengas dudas que varias universidades estarán felices de poder contar con tu presencia en ellas. No cabe duda, alumna Rodrigues que usted es todo un ejemplo para sus compañeras, es lamentable ver como jóvenes de su edad van desperdiciando su futuro dedicándose a la vagancia o incluso a asumir prontamente la labor de padres…
Cristina Rodrigues sintió como un nudo de angustia volvía a encajársele en la garganta, contuvo el llanto todo lo que pudo, pero ya cuando estuvo a solas no pudo sino dar rienda suelta a su dolor que caía gota a gota de sus ojos para morir entre sus dedos que también ahogaban sus sollozos.
La tarde estaba cálida y llena de vida pero ella apenas si levantaba la cabeza para miar más allá de sus pasos; no es tarde, pensó, para arreglar todo esto, quizás él , ahora que volvió sepa como arreglar este lío. Sus pasos la llevaron al parque donde acostumbraban encontrarse y donde se conocieron por primera vez, aún le temblaban los sentidos al sentir su presencia cerca; en ese paisaje de suburbio, y naturaleza, entre lo natural y lo creado, aquellos árboles y aquellas flores del inmenso jardín eran sus confidentes.
-Cristina te extrañe como un loco, ya estoy de regreso, fueron dos mese que me parecieron eternos sin ti. Ven… no hay nadie en casa podemos seguir con lo que dejamos en nuestra despedida.
-Abel, necesitamos hablar…
Cuando ella terminó su inesperada noticia Abel sintió como un frío de terror le recorría la espalda hasta perderse en su sien. Pero la actitud de Abel ante aquella situación no fue ni remotamente lo que Cristina hubiera siquiera sospechado, se dijeron muchas cosas y se negaron otras, algunas de aquellas palabras fueron muy hirientes e infames o llenas de un mundo de desesperación; al final de loa discusión una bofetada vino a callar los hirientes adjetivos que usó Abel para describirla. Y sin que ella pudiese encontrar las palabras para retenerlo huyo de su presencia, era obvio que su miedo y egoísmo le impedían lidiar ni siquiera con la idea de tal responsabilidad, y era tan obvio que no era capaz de ver más allá de su propio dolor. Jamás se volvieron a ver ni siquiera lo intentaron, Cristina se entero en el aula por boca de su maestro que él se había mudado sin mirar atrás.
Una semana se sumó a la agonía de su existir. Como duelen esas noches solitarias de amargas penas, que tienen que ser calladas a la fuerza, que no pueden mostrar su rostro a la luz, así era aquella oscuridad para ella de eternos segundos que se resistían a marchar más rápido; como adiaba sentir ahí sola , presa tan solo de su mente y su conciencia, que enfrentaban a su razón en una cruenta lucha de odioso desenlace, sentía ganas de ir corriendo donde sus padres y contarles todo; mil veces lo intento y otras mil se contuvo, era tanto su miedo y su vergüenza…pero, no podía saber a que razón aferrarse ni una luz que le guiará en tanta oscuridad. Si tenía a ese niño lo iba a perder todo, todo por lo que se había esforzado tanto ese futuro ya no existiría más. El que dirán, lo que será…Pasó la mano inconcientemente por su vientre mientras dos lagrimas corrían a galope por su rostro. Pero él que culpa tiene él…..Le dolía su existir, y al mismo tiempo se sentía uno solo con aquel incompleto ser. En tanto silencio desconsolador, monótono, absurdo y vacío sentía explotar su cabeza con la misma y única pregunta que desde el principio se hizo: ¿Qué voy a hacer?, se sentía tan desesperada y llena de aflicción que no pudo más y ahogó un grito sobre su almohada, mientras sus turbios ojos caían por fin fatigados y su mente y sus reflexiones morían poco a poco en un mar de sueños con dolor.
Prestó oídos a esas voces, a las voces que le hablaban sobre una fácil solución, sobre pastillas, sobre remedios, sobre aquel lugar en donde el trabajo lo hacían bien y en silencio, y no falto aquella amiga, aquella que conocía la dirección.
Era de mañana cuando por fin lo decidió, agarró todo el dinero que tenía guardado y al sentirlo insuficiente forzó el cajón del escritorio de su padre. Sus pasos no se dirigieron como era costumbre al colegio, sino que trazaron un sendero distinto en busca de aquel lugar, vistiendo aún el uniforme y en hombros el bolso de sus cuadernos.
Recostada sobre aquella vieja y desaliñada cama, empezó a dormirse vencida por las drogas…. El dijo alguna vez….te amo, este amor nunca morirá….no me dejes ir sin saber cuanto tu me amas…
Cuando agosto era 21, dos ojos llenos de impotencia y empañados con un indecible dolor, destaparon aquella sábana y encontraron aquel, hasta hace poco tan tierno rostro, con la mirada perdida en el olvido, el vientre vacío y al lado del frío cuerpo, el bolso del colegio que en su anverso tenía dibujado un corazón que decía: tu y yo.
Cuan fácil es juzgar sin antes haberlo vivido, cuan fácil es apuntar con el dedo sin ver los otros cuatro que nos apuntan a nosotros, cuan fácil es cerrar los ojos al dolor ajeno, negarse a imaginar aquel susurro que llega a un inocente oído lleno de promesas y cosas que nunca antes soñaron ser, y se entrega por completo a aquella seducción sin pensar en el después o en lo que puede llegar a pasar.
Los que juzgan tal ves no han sentido jamás todo ese amor, todo ese dolor y en el vientre esos latidos que se entreveran con los prejuicios, con el desamor, la incomprensión y la soledad, por aquel que la abandonó a su suerte. No, no se puede juzgara a alguien que no supo medir cuanto amor podía ofrecer y cuanto dolor estaba dispuesta a resistir.
Cuando dolor causa el desamor, y cuantas lágrimas costaron aquellos latidos de aquel ser que lentamente crecía en ese vientre que se fue apagando con dolor, y se fue muriendo llevándose todo el amor que nunca pudo ser más que un sueño y nada más.

Texto agregado el 15-11-2005, y leído por 1511 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
19-10-2006 Lo que escribes se lee con mucha fluidez y no aburres. El tema es clásico, trillado y muy de la vida. Sin embargo, supiste manejarlo muy bien. ***** artemioestrella
13-09-2006 Varias cosas se conjugan aquí: drama, prosa poética en algunos párrafos y moraleja. Me gustan las historias con mensaje. Triste relato, es cierto, pero también es un llamado a la conciencia de quienes emiten juicios por creerse con ese derecho que. Dibujas muy bien las emociones de los personajes. Me abstengo de detallitos de forma porque no quiero que luego esto genere polémicas, créeme que estoy harta de ellas. 5* Carmen_Posada
22-11-2005 Muy lindo relato, donde no hay sorpresas, pero enternece tanto el corazón, todos los días pasan tantas cosas, y nadie comprende en realidad la causa, pero difamar siempre a la orden del dia, es así la sociedad y, lo será siempre lamentablemente.***** lagunita
22-11-2005 el tema es bueno, a pesar que se escribe y se vuelve a escribir sobre él, nunca se terminará la polémica sobre el aborto y los problemas que pasan las chicas al sentirse abandonadas. Narras bien, necesitas mejorar en los tiempos que los cambias a presente y futuro, de vez en cuando te tragas una s o la pones de más, alguna que otra concordancia, pero lo esencial está. doctora
18-11-2005 Que texto mas bonito y mas triste a la vez. Me gusta como le has mimado con un halo de ternura e inocencia...lastima de final, yo hubiera preferido algo mas feliz, pero que se le va a hacer...es tan real como la vida misma.. TE dejo mis estrellas y ...un susurro.* susurros
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