¿Cómo alargar los minutos
en los que siento?
Ya no hay rincón válido
para el encierro,
y es que me tomaron de sorpresa,
se apagó la luz y ya no recuerdo.
Me fui lejos.
Desde acá no distingo el sueño del desvelo,
el tiempo se volvió un compañero
esclavo de esta misma tortura
que picanea los sentidos,
razón e ideas.
Soy rehén de mi lucha,
de un falso poder,
de una lista negra,
de mi cuerpo...
Ya ni el viento sopla,
pero desde afuera percibo
los miles de lamentos no expresados por miedo
que adentro se convierten en nada
reprimidos por los silencios fieles,
pero ahogados por los gritos de fusiles ciegos.

No llores,
voy a volver.
No llores,
todavía no te dejé,
un día voy salir de la clandestinidad
y nunca más va a pasar
otra noche sin libertad...


*Dedicado a los desaparecidos que prometieron volver, ellos todavía están frescos en la memoria