Cuando los espejos palpitantes de respuestas
me reflejan en la insólita pobreza de mi corazón,
una pregunta siempre golpea las puertas
de mi desconcierto
¿Qué camino toman las manos que recogieron mis pedazos?
Seguramente
buscan otros inviernos,
otros árboles secos,
para hacerlos florecer
y llevarlos a la primavera.
Duro brillo el de la realidad,
acurrucada en los pliegues de las cortinas.
A solas,
me zurzo los retazos desparejos,
de izquierda a derecha,
de abajo hacia arriba,
me pego los párpados,
para no ver el silencioso
transcurrir de los minutos.
¿Qué camino toman las bocas que recogieron mi piel?
Seguramente
llevan a cuestas,
todos los besos del mundo,
el peso los tumba
en lugares oscuros,
en donde descansan sus pies,
de los interminables otoños
que anhelan,
para regalarles el verano eterno.
Y la eternidad se ríe
escondida
detrás de un árbol seco,
desgarrado por manos asesinas,
desangrándose
en el desamparado bosque que lo habita.