No sé si es cosa mía pero creo que mis amigos son unos puercos. A mis catorce años voy descubriendo el mundo, pero pensé que la adolesencia era otra cosa. Parece que esta es la época en que nadie me hace caso, en que tengo que reirme de todo y masturbarme al menos tres veces al día. Pensé en algún momento de mi niñez que esto no sería así, pensé que al ir creciendo las personas me tomarían más en cuenta cada día pero no, de adolescente me hacen menos caso que de niño. Ya no tengo la gracia que tenía cuando era un niño, se me fue la carita linda o la he ido disfrazando con barritos, y si ahora hago cualquier babosada que antes era tomada como una niñeria linda y tierna, ahora me acusan de depravado. La verdad es que no hay quien entienda a la sociedad. Ya mi papá me da consejos acerca de las mujeres y mi madre ya me esta mandando a lavar mi ropa interior. Tengo que sobreponerme todos los días a las verguenzas que sufrimos los adolescentes, las personas piensan que es facíl vivir como tal, pero no lo es. No sé si todos los adultos pasaron por estos momentos, pero creo que si así fue, pues entonces merecen un premio por no suicidarse.

No sé porque en el colegio nos obligan a ir con el maldito uniforme de educación física los días que tenemos que tomar esa clase. Ese maldito pantalón "putita" que es tan corto que si uno se sienta con las piernas abiertas, se ve todo ese guindalejo. Pero lo que es peor aún, cuando uno se sienta bien cómodo a mirar a una chica en alguna clase que no tenga nada que ver con educación física y por efecto de la calentura, algunas partes de mi cuerpo comienzan a crecer, es en ese preciso momento que la maldita maestra de matemáticas o el maldito maestro de español (siempre son esos dos mismos cab... ezones) que me envian a la pizarra a hacer algún ejercicio o a subrayar el maldito predicado en una oración. Ellos no se dan cuenta de la verguenza que se siente con el pene erecto y obviamente marcado en el maldito pantalón corto de educación fisica que semeja más al Monte Everest que a un simple pantalón, todo el salón mirando a uno, los varones riendose de mí, las niñas tapandose la cara de verguenza, y yo con la tiza en la mano queriendola usar de supositorio con los malditos maestros de matematica y español. Pero claro es peor si el día de la clase de educación física no me pongo el uniforme. Entonces la maestra lesbiana de educación física empieza a discutir. No quiero sonar juicioso pero no hay nada más asqueroso que tener la boca de una mujer a tres centimetros de la mía y saber que si la besara me vomitaría dentro de mi propia boca, es un desperdicio de mujer, aunque sea fea, ¡por dios!, es una mujer, cualquier roto en ese cuerpo saca leche, así que una mujer lesbiana es un desperdicio de mujer. Si voy sin el uniforme me empieza a gritar en la cara como si fuera su hijo y eso me encabrona mucho y no me las puedo desquitar con ella porque si lo hago me dan un warning. Gran cosa, un papel que dice que me porte mal, lo malo es que al otro día lo tengo que devolver firmado por mi padre, y claro ya saben que mi padre es mi militar y tambien es miembro del consejo escolar así que de vez en cuando se pone medio potrón y revisa todo mi expediente, solo el mio, el de mis hermanas no porque yo soy el unico malvado en mi casa.

Pero luego de todo eso, el día tiene que acabar y que mejor manera de acabarlo que con mi clase favorita, la de ingles, no porque me guste la clase sino porque me gusta la maestra y no es por sobrevalorarme pero creo que yo tambien le gusto. Es una rubia preciosa de solo 23 años, este es su primer año dando clases y este es mi primer año en que hago cerebritos con una maestra. A veces se pone a hablar de su esposo y hasta me pongo celoso, uff que bobo yo. En otras ocasiones se pone hacer comparaciones entre Cristian y yo, creo que ambos le gustamos, él es un rockerito puerco que va al colegio así mismo como se levanta pero es un maldito, porque aún conserva su carita de nenito y no importa lo que haga, todas las mujeres dirán "¡ayyy que tierno!", esa es la maldita cara que hace un rato dije que había escondido debajo de los barros. Mientras que yo tengo que comportarme como todo un caballero y hacer sentir bien a las mujeres para que entonces se fijen en mí. Esto no es justo, creo que el es gay y tiene las mujeres en la palma de su mano y yo que soy un hombre completo tengo que esforzarme con cojones para poder conseguir al menos un besito en la mejilla. Pero bueno al fin, creo que con la maestra de ingles no hay ese problema porque sé que ella se decidiria por un hombre y no por un nenito bonitillo si es que acaso tuviera que escoger entre nosotros. Solo verla dando la clase me hace recordar cuando me paró en la escalera, justo ese día el foco de luz se había fundido y estábamos ella y yo solos allí, entre la penumbra provocada por la poca luz que entraba por el tragaluz, ¡que sexy!, ¡que tierno!, y luego cuando alguien interrumpio aquella estampa lo que ella dijo hizo casi que eyaculara de la emoción. "Mira que fresco este muchachito, haciendome proposiciones deshonestas", claro eso era mentira aunque lo hubiera hecho sin pensarlo, pero ella solo bromeaba y en medio de todo el tumulto que se creo en la escalera, me regaló un guiño de ojo que castigué en mi memoria esa tarde y cada momento que me acuerdo de él y estoy solo en mi cuarto, o en el baño, o en la cochera, o en la casa del árbol, o en donde sea que nadie me pueda ver. Mi maestra de ingles, tantas fantasías que me hace crear, y justo cuando ya estoy volando en el extasis de mi fantasía, siento que me tocan en el hombro y una voz que me susurra al oido:

"tan malo que es cuando se te escurre...

cuando se te escurre entre los dedos y te encharcas todo, o peor aún cuando sale disparada y luego te vuelves loco buscando donde cayó para limpiarla antes de que tus padres lleguen". Maldito hijo de su madre, mató mi ilusión por estar hablandome de las baboserias que siempre me habla. Maldito Marco, maldito sea por toda la eternidad, cuantas veces le tendré que decir que a nadie le interesa lo que le pasa con su semen cuando se masturba, pero él aún así sigue contando esas asquerosidades. Pero que puedo hacer, soy adolescente y estoy destinado a sufrir todos los atropellos de la sociedad, por un lado mis amigos son unos puercos que cuentan todas sus memorables momentos entre sus manos y sus penes, por otro lado los adultos no me toman en serio porque ya soy demasiado grande para ser tierno y demasiado pequeño para tener razón, por otro lado mi padre me apoyaría si quisiera violar a una mujer y mi madre me mataría si solo se entera que me masturbo, por otro lado tengo que afrontar las decisiones de mi cuerpo y no pelear con él cada vez que se olvida de la verguenza que siento cada vez que al él le da la gana de levantar algunas partes del cuerpo cuando no era necesario, y por otro lado tengo que vivir con mi conciencia que me dice que todo lo que hago es malo, que me saldrán pelos en las manos, que lo más probable me quede ciego, que me quemaré en el infierno y toda esa clase de mierdas que me han hecho creer que soy un asco como persona. Y si decido quitarme la vida, la culpa es solo mía y de nadie más, nadie pensará que fue por Marco y sus cosas raras, ni por la maldita cara de Cristian, ni por el guiño de la maestra de ingles, ni por los panties de Maria, ni por las nauseas de tener una maestra lesbiana, ni por nada de eso, solo sería mi culpa porque soy adolescente. ¡Ay Dios mío ayúdame a sobrepasar mis malditos catorce!