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Inicio / Cuenteros Locales / Juanito89 / Capítulo 1: Un trabajo en Llanosantos.

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Don Félix de Salmer era un hombre un tanto anciano, de unos 65 años, que vivía en un pueblo llamado Llanosantos. Este hombre se dedicaba a cuidar y proteger unas antiguas vías de tren que pasaba por el pueblo años atrás. Estas vías se alejaban bastante del pueblo, por lo que estaban en un lugar desierto, pero corrían rumores de que allí se cometían conflictos entre bandas, venta de droga, etc. Por lo que la multitud de Llanosantos decidió poner al frente de todo a Félix - ex-combatiente en la guerra - ya que lo consideraban un hombre fuerte a pesar de su edad.
Félix era un hombre alto, un poco mustio, con un largo y extenso pelo gris acompañado de un bigote viquingo. Siempre iba con su bastón y cojeaba, ya que por el tiempo y las guerras, la pierna derecha le fallaba bastante. El hombre andaba un poco encorvado y estaba lleno de cicatrices por todo el cuerpo. Siempre iba junto a su perro labrador de color canela llamado Micel, que también era viejo. Félix no tenía ningún familiar, solo su mujer Hortensia que había fallecido hace 18 años.
Félix, había comenzado este trabajo hacía unas dos semanas, y, como todos los martes, empezaba su turno a partir de medianoche.
Antes de salir de su casa cogió la silla plegable y la radio y fue hacía su puesto. Cuando llegó estaba Fernando Soler – un chico joven que tenía el turno anterior - sentado en durmiendo encima de la tierra.
- Fernando. ¡Eh, ya ha terminado su turno joven! – dijo Félix.
- ¿Ehm? Ups, lo siento, es que he tenido un momento de mareo y me he tumbado en el suelo, pero me he quedado durmiendo, jejeje. Bueno señor De Salmer, yo ya me voy que había quedado con mi chica para salir – le dijo Fernando mientras recogía su cazadora del suelo y se la colocaba-.
Cuando se fue Fernando, Félix pensó “No entiendo a la juventud de ahora, yo a su edad daba todo por mi pueblo y mi país, y ellos se dedican a juguetear todo el rato con chicas.”
Después de colocar su silla donde se había quedando durmiendo Fernando, agarró la radio y fue a echar una ojeada a todo a ver si veía algo raro – que desde que había empezado ese trabajo, no había encontrado nada fuera de lo común -.

Texto agregado el 27-11-2005, y leído por 70 visitantes. (0 votos)


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