Caminate debe ser el mundo de la sabiduría; enardeciente, por todo aquel que quisiera penetrarse en él y más allá que un propio destino, debe ser, el querer despertar dentro de una llama de fé.

Imaginar que la tierra es el todo ; sentir y oler que el mar es infinito; exagerar hasta lo inalcanzable, al querer referirse al cielo, pero más aún que querer juntar estos tres elementos, debe ser visto el cuarto, que lleva por nombre Soledad.

El estar solo, es sentir la angustia de aquella flaqueza que penetra en un ser, el deseo de querer estar viva , pero aunque se intente se llega a la voluntad de no querer . Tratar de demostrar la felicidad en una cara joven y sencilla, pero al cabo que pasen dos segundos, el recuerdo antiguo, hará que aquella felicidad penetrante se vuelva tristeza, y así en ese momento, sentirás que por sobre esa cima de la montaña, como lo es ese fructuoso pómulo, se deslizará sin voluntad una lágrima transparente, que al momento de llegar al final de su destino, caerá por aquel abismo y no sabrá cual será su camino.

Pero aún así, aunque aquella lágrima caiga sin piedad, quedará aquel dolor , que se identifica como sentimiento, que en vez de ser dichoso, se mostrará como la desesperación que apreta aquel pecho, cubierto de aquella piel suave y tersa, que al momento de ser una niña, se verá, como el desolado desierto, pero al pasar los años , se convertirá en dos virtuosas montañas, de las cuales te sentirás orgullosa y harán que lleves el nombre de mujer.