Las paredes cansadas que rodeaban el cuarto en donde descansaba. la vida agitada de la que quería descansar. Después de todo, había muchos sueños truncados que la vida arrebató. Después de todo, no sonaba implacable la sentencia si provenía de su voz. En la sucia calle se miran perros callejeros, botes de basura son testigos de lo que el viento susurra cuando es sereno. En las alamedas llenas de jóvenes y ancianos, de parejas amorosas y de parejas que separan sus vidas. En los jardines que juran esconder secretos de magia y misterio. En la vida misma, todo el caos se confunde con orden, y caminamos de monos y exhalamos cuando inhalamos.
¿cuál es la realidad? ¿en dónde se escondió la vida? ¿quién dictaminó su muerte? La condena ya está echada. El terrible cruel juez ha marcado el camino. Se echaron las cartas y sólo él perdió. Se tiró su suerte en una ruleta rusa y a él la bala le tocó. Y la condena cuando salía de los labios de esa mujer a la que amó, suena a un suspiro de dolor, pero es soportable para él si es soportable para ella. Veinticinco años, veinticinco años por un muerto. Los muertos no regresan. los muertos no se vengan. Son los vivos los que toman la pena, los que levantan el dedo y dicen “yo te acuso”. Las bancas en las calles y los columpios en los parques, el pasamanos y el sube y baja. Un último helado antes de entregarse. De igual forma la suerte ya estaba escrita. solo un último trago y una última inhalación del bendito tabaco, ahora que está fuera y no se le va la vida en eso. Y por qué no, también un último rezo en una capilla que no resguarde un policía. Un beso a su amada, a su preciosa,un beso a la mujer que le dijo “yo te espero. Te espero a que salgas de ese mundo enrejado”. ojala fueran algo más que palabras. Dormir ocho horas en sábanas limpias. Orinar en un retrete desinfectado. Que la vida no se va en el humo del cigarro. La vida se fue en el impacto de un balazo. ¿por qué lo hizo? nada importa eso ahora. No hay espacio para el arrepentimiento. ¿a quién le importa? al que ha pedido que ruede su cabeza. Al que ha gritado su nombre mientras decía “sí, él fue”. Tuvo la mala fortuna de matar a un hombre que tenía quién lo amara. ¿Y su hermosa? ¿qué hará ella ahora? Aunque su cuerpo le ha pedido que lo espere, aunque le jura entre lágrimas y sollozos que lo hará. ¡qué va! Si tiene apenas 23 años, para cuando él salga, estará tan vieja que no podrá ni reconocerla. “ve, mujer, haz tu vida, no olvides que soy solo una mano asesina”. pero ella se queda, ella permanece. pobre mujer, ojalá el olvido la alcanze pronto. pobre mujer, que Dios se apiade de ella, porque encarcelado, su amor no podrá hacerlo. Tuvo la mala fortuna de amar a un asesino, que mató a alguien que tuvo la (¿buena?) fortuna de ser amado por un sediento de justicia.

Entre paredes de concreto y puertas de acero oxidado verá pasar la vida. abandona el parque y camina hacia su casa. De pronto un tipo llega y lo asalta. El pobre diablo no lleva más que su ropa, un navajazo le corta las entrañas. En la banqueta muere desangrado. ¡Si no mienten cuando dicen que la muerte es el más rico de los suspiros!