Suavemente se desliza
entre el silencio y el humo de la noche,
un seráfico aroma imaginado.

Suavemente
en pausados respiros agitados,
se levanta este humor enarbolado por las gotas de lluvia
que se deslizan lentas por el cristal de mi ventana.

Suavemente se involucra con mi aliento,
endurecido por el último cigarrillo,
un olor pálido y sereno que busca mis sentidos
ocultos bajo estas solitarias y lejanas sábanas.

Suavemente,
como si posara mi cuerpo
sobre el ondeante y salado sonido del alba,
encuentro tus manos perdidas en esta clara distancia,
que más parece el epidérmico recuerdo del abrazo anhelante
que aún no llega

Suavemente y sin premura,
así como tu olor imaginado,
se deslizan dos lágrimas confusas
que no saben de tiempo ni de flores,
porque no entienden de pasos ni de ausencias.

No saben por qué,
Suavemente,
el aroma de tu piel y de tu aliento se cuelan tan adentro
de estos recuerdos sin pasado,
en esta nada que se hace todo mientras pasan,
Suavemente,
los días de tu advenimiento.