Al amanecer las nubes
vagan lentamente por el cielo
desperezándose el Sol todavía
levantándose una suave brisa.

Una bella sonrisa aparece en ese rostro
tuyo, tan placentero, tan sereno.

Al anochecer las nubes
ya no son las mismas que eran.
Tampoco lo son nuestras almas
que como grifos que gotean
van dejando tras de sí un sendero
de tristezas, miedos y lamentos,
mas no es todo penumbra en este mundo,
pues bien es sabido
que con el cariño
de nuestros conocidos
llegaremos a alcanzar la alegría,
seguiremos con valentía los designios de la vida,
y no habrá más que armonía en
en esta alma que deja de gotear.