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NUNCA EL SUR

Puesto que mi historia no puede ser contada se la narraré al viento .Sepa pues el viento que siendo joven y no inexperto marinero (llevaba en el mar desde los trece años) y hallándome temporalmente sin empleo llegó a mi conocimiento la noticia de los preparativos para la expedición que el capitán y explorador Curzon-Silva organizaba a sus expensas y con destino a la Antártida .

Enseguida me informé de los detalles y pude oír comentarios que afirmaban que si bien la remuneración era espléndida no compensaba el rosario de penalidades que tal expedición comportaba. Admito que no pensé en las consecuencias y sin encontrar trabas por parte de Curzon ,quién me examinó personalmente ,fui aceptado en el rol como marinero .

Recuerdo el rostro de satisfacción que exhibíamos en las fotografías que la prensa tomó poco antes de la partida . Siempre Curzon delante rodeado de Hansen ,el segundo de a bordo , los cinco oficiales y detrás ,afeitados y compuestos para la solemne ocasión y tal como se nos había ordenado la marinería en número de veintidós .

Y sin novedad zarpó la goleta rompehielos Jane y dirigiéndonos al sur donde a lo largo de nuestra ruta fuimos haciendo acopio de todo lo necesario .Bien pertrechados ,seguros de nuestras fuerzas y de nuestro orgulloso navío pusimos proa hacia el continente blanco .

Y pronto ,muy pronto ,fue llegado el momento en el que las cosas se torcieron .En el que los pequeños problemas se agigantaron en virtud de la soledad y de la lejanía...

Fue así como una línea de costa impracticable nos privó en un principio de poner pie en tierra firme y viendo cómo pequeños retrasos se acumulaban en nuestro programa de exploración .Así fue como un encontronazo con un arrecife dañó el casco de la goleta obligándonos a fondear en una ensenada y fue así como las aguas se congelaron atrapando a la Jane y a nosotros con ella .

Pronto se hizo notoria la energía y poder de liderato de Curzon .Su presencia de ánimo y la preocupación constante por el bienestar de los hombres bajo su mando hacían posible el inmediato cumplimiento de las órdenes mas onerosas sin la menor expresión de descontento .Sabía mantener alta la moral de la tripulación ocupándonos permanentemente sin aburrirnos o fatigarnos .Pero sí ,debo quejarme de la claridad de sus ideas ,porque la temperatura descendió bruscamente y el hielo que varaba la goleta la estrujó como la mano de un niño estruja una caja de fósforos y Curzon no lo había previsto ,pues había vaticinado lo contrario ;una subida de temperatura ,un ligero deshielo y la consiguiente ocasión para zarpar .

Con suma congoja vimos cómo se venían abajo los palos ,quebrados como cañas ,vimos como ,en dos ,se partía el bauprés y se descoyuntaba entera la arboladura .En medio de una infernal ventisca asistimos al hundimiento ,bajo el hielo ,de la infortunada Jane .Para mas desdicha ,el rescate de los pertrechos y parte del velamen costó las dos primeras vidas .

Añado que ,en la inconsciencia de la juventud ,el hundimiento de la goleta se me antojó un hermoso espectáculo que me llenó de regocijo...

No deseo ser minucioso en el recuento de lo que ocurrió después .Sí decir que afrontamos la invernada en una cueva natural (no faltaban provisiones ni combustible) .Sí señalar que éramos demasiados para embarcar en las dos chalupas disponibles ,para en un intento desesperado e incierto ,alcanzar la Tierra de P.F .Sí mencionar que se inició un goteo de muertes como resultado de nimios e imprevistos accidentes y que si la disciplina a bordo y la severa separación entre oficiales y marinería se justificaba en virtud de la diferencia de conocimientos entre unos y otra ,perdía valor en aquella tierra helada donde todos éramos unos ignorantes .Por lo tanto los privilegios reservados a los oficiales y que se aceptan como cosa normal a bordo levantaban ahora la murmuración y el resentimiento entre los marineros .

Y no tardó en estallar el motín .Motín del que fui excluido debido quizá a mi diligencia y presteza en el cumplimiento de las órdenes circunstancia que me convertía ,injustamente , en sospechoso de chivato .

Pero Curzon-Silva y sus oficiales estaban preparados .Los marineros armados solo de cuchillos y hachas no pudieron hacer frente a las armas de fuego .Hubo disparos ,gritos y cayó un hombre .Al final todos los marineros ,excepto mi pobre persona ,fueron aherrojados .Al verlos cargados de cadenas Curzon se mostró partidario de imponerles un severo arresto ,pero no pudo resistir la presión de Hansen ,el segundo .Curzon era ya una caricatura de sí mismo ,devorado por la culpa y si ciertamente era un hombre enérgico ,su energía quedaba disipada porque no era hombre cruel y, comido de remordimiento por las bajas entre los hombres bajo su mando su autoridad fue decayendo .En cambio Hansen si exhibía el don de la crueldad y fue quien advirtió que castigar tenuemente acto tan grave como un motín comportaba sólo un aplazamiento .

Antes de pasarlos por las armas ,de espaldas a una grieta en el hielo ,se sometió a los marineros a la vileza de entregar las botas y los capotes embreados que eran propiedad de la expedición .De esta forma ,descalzos y tiritando de frío o de miedo fueron fusilados a la voz de mando de Hansen y en presencia de todos los oficiales excepto Curzon quién permaneció allá en la cueva sentado frente a las brasas ,indeciso y mirando al infinito .

Me ví después de criado de siete oficiales .Hansen ,ahora capitán en funciones ,no me ahorraba trabajos ni penalidades .Hansen y los otros ponían en peligro mi vida cuando les venía en gana .En cualquier reconocimiento rutinario era yo quien abría la marcha y quie se enfrentaba con las peligrosas grietas y los deslizamientos de hielo .De manera que tras jornadas plenas de riesgo acababa ocupándome de la comida ,el combustible o remendando capotes .Al no ser oficial mi vida valía menos y por no ser caballero se me reservaban los trabajos serviles .

Esta situación continuó durante semanas ,hasta que dirigiéndome a Curzon le expuse mi deseo de rescindir mi contrato ,como es uso en navegación ,y con el dinero ganado pagar mi comida en lo sucesivo ,amén de prestar libremente mi ayuda en le tarea de la salvación común .

Curzon ,renuente , me remitió a Hansen quien poniéndome una pistola en el pecho me recordó que en la grieta de los fusilados todavía quedaba sitio para mi ,era ya manifiesta pues mi condición de esclavo...

Poco después, puesta a flote ya la primera chalupa, nos ocupábamos de la segunda .
Allí en la orilla y tras un ímprobo esfuerzo de arrastre ,sujeta con cabos ,la manteníamos sobre una pendiente con intención de botarla .Acababa de dejar el pico y la pala cuando se me ordenó subir de nuevo con objeto de revisar el cordaje .

Cuando llegué arriba vi al grupo entero de oficiales junto al capitán y el segundo al borde de las aguas negras y frías .Sin transición ,sin sopesar ,con mi hacha ,tajé el cabo .Al momento ,vertiginosa ,la chalupa deslizó sobre el hielo cuesta abajo ,arrojando al mar ,tras el violento impacto a todo el grupo .
Vi como se debatían ,unos se aferraban a la chalupa ,otros consiguieron subir a la orilla para ,empapados ,morir congelados poco después .Me apenó ver morir a Curzon pero pienso que no movió un dedo para aliviar las sevicias que me imponía Hansen .también ví a éste ,inmóvil ,cogido a la proa de la embarcación con su poblada barba cubierta de hielo...

Me invadió un poderoso sentimiento de solemnidad pues había dejado de ser un esclavo al tiempo que era el ser mas aislado del planeta .Tardé al menos ocho días en cargar adecuadamente la chalupa .
Recuerdo ,ante las llamas ,en la cueva ,a la noche ,la viva impresión que me producía el furioso bramido del viento .Y puesto que no soy tan inútil como para no saber hacerme con una brújula y una vela me lancé ,en mi desesperación al mar .Sobre un océano negro y siempre airado navegué durante días y días .Sentí miedo ,sentí angustia ,sentí extenuación pero no frío ni hambre .

Navegué hacia el norte casi ochocientas millas hasta llegar a la Tierra de P.F. Donde ,incrédulo ya ,contemplé anclados al menos treinta veleros pues se iniciaba la temporada del aceite de foca o la ballena .Desembarqué y entre aquella confusión de hombres pagué para que un ballenero ,en su ruta ,me desembarcara en la isla de T donde embarqué de nuevo ,esta vez hacia el continente .

Nunca he regresado a mi tierra pues no quiero ser asociado a aquella infausta aventura y resido en una ciudad del interior ,pues no deseo comercio con el mar .Ahora soy un hombre casi rico pues no olvidé traer conmigo los fondos de la expedición ....

Pero nunca miro al sur ,pues allí reside lo mas aciago de mi memoria y la culpa ,siempre la culpa .Mi culpa y la culpa de los otros .

Texto agregado el 09-12-2005, y leído por 133 visitantes. (1 voto)


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