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El mandato del juez


Esto es una aberración dijo el juez, no puedo soportar a gente insolente en mi corte, ustedes han abarrotado mi paciencia, ¡si no se van en este mismo momento de mi corte los mando a prisión!

- Rodrigo, hoy día recibiré tu abdicación de tu trabajo.

Me sentía, abigarrado absorto, abochornado, abrumado, abyecto, aciagado, adusto, alienado, agobiado, y anonado.

Quería acechar a las demás personas, ver como intentaban destacar en el trabajo o socialmente, quería ver como se abjuraban de sus errores, ver como ha algunos los destruía su propia acidia.

Sentía que tenia que acrisolar mi alma, que ajar mis pensamientos, ser acerado y poner ahínco en mi, tratar de no pensar en el mandato del juez.

Pensé encontrar otra salida, pedir perdón ya no serviría de nada, la condena me abrasaba, me devoraba lentamente, me sentía totalmente ajumado por el miedo, pero era algo que tenia que enfrentar.

Desde ahora voy a tener que pensar en que reacción podrían tener mis actos, pensar antes de actuar, eso debo hacer.

Días después el juez me llamo a una entrevista antes del día de condena, el dijo que había estado pensando mucho en mi, y en lo que me esperaba, me dijo que me daría un día mas antes de mi condena, yo acepte y le pregunte porque había decidido esto, el no quiso responder, me miro serio y me dijo una cosa ultima antes de irse:

- Disfrútalo, es lo único que te queda... aquí...

Lo mire serio devuelta y vi como salía por la puerta de la habitación 312. Espere unos minutos dentro de la habitación hasta que se apareció en la puerta el portero, dijo que si podía salir para poder limpiar, accedí y salí de la habitación, baje las escaleras pensando en lo que dijo el juez, me había dejado atónito.

Intente vivir ese día como si fuera el ultimo, llame a unos viejos amigos del colegio, Ignacio, Miguel, Alonso y Luis, no los veía desde que tenia 15 años, estábamos en tercero de media cuando mi papa recibió un ascenso, pero ese ascenso debía ser también con cambio de país. Mi padre no era el tipo de persona que le gustaba desperdiciar oportunidades, así que la tomo, y viajamos para España, días antes de viajar me despedí de todos, y desde ese entonces no los veía.

Todos vinieron a mi casa a pasar un rato, cuando los llame se asombraron mucho y no lo creían, pensaron que era una broma, todos llegaron puntuales menos Ignacio. Como siempre.

En un momento de la conversación me puse a mirarlos a todos, a ver sus cambios, note que a varios les había crecido la barba, y otros estaban mas altos, pero seguían siendo siempre los mismos para mi.

Les conté lo del juez, y me sentencia, ellos querían abogar por mi, pero aunque lo hicieran yo sabia que no cambiaria nada, ellos se pudieron a abjurar sobre este tema, mientras yo me quedaba perdido en pensamientos.

Los escuchaba hablar y decían que querían convencer al juez para abolir mi sentencia, y cuando escuche esto afín reaccione:

-No quiero que ni uno de ustedes se meta en esto, confió en que no lo harán, no quiero empeorar las cosas...

Hubo un silencio incomodo en la sala, todos me miraban, todos se miraban, un momento después se abonanzaron y quedaron en silencio, vi el reloj y les dije a todos si se podían retirar, necesitaba tiempo para organizar mi ideas. Todos se pararon y se despidieron de mi, un ultimo adiós, un adiós que guardare por siempre.

Desperté a la mañana siguiente con un poco de dolor de cabeza, me sentía un poco achacoso, sentía ganas de abominar a alguien, me levante un poco abroncado y abrumado por lo de hoy día mas tarde, el único incentivo que me quedaba era...no tenia ni uno.

Salí de mi casa y me dirigí a la corte, en el camino me encontré con un borracho, se le veía acibarado y hinchado, lo mire con una mirada acerada y seguí de frente.

Pase por una tienda de televisores y pare un momento, estaban pasando en las noticias conflictos, habían acopiado a protestantes, y a cristianos, habían llenado un centro comercial de odio y temor.

Algo que nunca olvidare, o que tal vez olvide una ves que den mi sentencia final, avance, sabia que me esperaba el juez para hacerlo oficial...

Pero lo que nadie sabia era que yo ya no pertenecería mas aquí...
Dije solo una ultima cosa antes de irme:

- Adios....

Texto agregado el 10-12-2005, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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