Sobre las estanterías se almacenaban cientos de ideas, miles de recuerdos... Los libros habían sido sus guías en esta última etapa de su vida, cada uno de éstos poseía una cara, un sentimiento... ellos que tanto le habían dado, ella que tanto aprendió de éstos... Quiso aprender y aprendió, pero se le olvidó proponerse a sí misma la idea de conocerse , tal vez se le olvidó, tal vez no quiso, o simplemente dedicó a los demás algo que ella debió decicar a sí misma... Y aunque inexorable, y generoso caudal de tiempo, nunca se paró a beber ni gota de él para dejar que corriera... Ella enontraba el mejor y más saciante trago en manos de otros... no era difícil, pues nunca probó a buscar dentro de sí ese atisbo de amor propio.

Promiscua de mil camas, viuda de corazón había hecho de su vida una ventana pública a la que cualquiera le era fácil asomarse, pues ella siempre la mantenía abierta de hojas para afuera. LLegado a este punto se plantea si su vida es suya, y si de este modo pudiera cambiarla, ¿alguna vez lo fue? porque si alguna vez lo fue, ella era la dueña y señora de aquel espacio vital, pero en este punto de inflexión prefiere no saber la respuesta, incluso, trata de autoconvencerse, es más fácil pensar que se es un autómata, que cambiar todo el curso de la historia, por pequeña y propia que ésta sea...
Esta era una respuesta que nunca había encontrado en ningún libro.