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Para una persona muy especial, gracias por darme permiso para enterrarte en mi mente... Fue un placer...

-Déjate querer, déjame llevarte a un mundo donde olvidarás tus miedos, en mis brazos encontrarás paz, deja que te cure con mis besos... - le acariciaba el cabello negro y sedoso que se le colaba por los dedos... Ella, ella caminaba de un lado a otro, vistiéndose con prisa aun así lejos de precisión, la camisa no le entraba por los brazos, los pantalones dudan subir sus piernas...
-Ves... ni tu ropa quiere irse – una risa bondadosa, cariñosa y alegre lleno la habitación. Se rinde y semidesnuda se acuesta en la cama, suspira.
-Déjame curarte de ese insomnio no tienes que huir... Conmigo todo será diferente, todo es diferente... - besa su cuello mientras siente como la piel se le eriza.
-Es que no sabes, no sabes- susurra, tratando de no retener las lagrimas guardadas por años de consumación. Detuvo la lluvia de besos y le miro a los ojos, esperando la historia de un amor mezquino y volátil, inolvidable... Sin embargo, se encontró con el relato de un aciago, podría decir, legado.


Siempre me dejaba algo un pasaporte vencido, una foto vieja, unas medias de algodón; unas medias caras y negras... Una camisa blanca, suave, para dormir que me serviría de sábana en la siesta cuando mamá no me veía cerrar mis livianos y morenos párpados a causa del trabajo... Me dejaba un beso seco en la frente, un te extrañare, otro nunca volveré... Y cada vez más me lo creía menos, tanto como su huída eterna como su aparente dolor por su ausencia... Pasaporte, foto, medias, camisa... Todo viejo nada nuevo.. Como su amor y su constancia que se fueron evaporando en mi corazón, olvidando que era mi padre, que no era huérfana, que no estaba sola en el mundo, que tenía más que un solo tutor...

No pude llegar a quererle, ni a confiar en él, cada día esperaba el pasaporte, la foto, las medias o la camisa gastada, el beso seco y las palabras huecas que congelaban mi corazón cada vez un poquito más... Le temía, por eso le mentía, sus respuestas de sonidos graves en el dormitorio de mi mamá con las luces del pasillo apagadas cuando me creían rendida, sumida en dulces y utópicos sueños, cuando en realidad mi ser agudizaba todos sus sentidos... Sus contradicciones, sus pensamientos, sus reglas... Su maldita perfección que nunca reinó en el, solo puro capricho para adueñarse de la discordancia... No existió una noche que escuchara el comienzo de una verdadera conversación, que se callarán por medio de un beso y que su silencio me indicará que se habían fundido en un interminable abrazo... Nada de eso sucedió... Y yo rogaba vehemente porque eso llegará a un fin, porque muriese y yo no llorase, que en su lecho de muerte le cantará una y miles desastres producidos en mi personas gracias a su falta de tacto, a su teatro sobre mi persona... Fui tu hija, maldito fracasado, perdedor... ¿Qué nunca te enteraste?, ¿Qué fue una peste, una clase de lepra ser padre?

Las lágrimas se me acumulaban en los ojos pero nunca había visto la gran proeza que se efectúa cuando estas bañan tus mejillas y mueren en tus labios al menos de que sean tan sabias de pasear por tu cuello hasta que algún extraño viento las sequé... Una vez intenté llorar, una noche de mayo cuando mi madre murió, si tu sumisa y pacientes esposa, quise llorar, deseaba que mi amor por ella se convirtiera en lágrimas para morir ahogadas en ellas... No pude, impotente, me asesté una navaja en el estomago... Porque cuantas veces tus manos no apalearon mi cara, destruyendo las lágrimas que expresaba mis infantiles sentimientos, repitiendo que no era tu hija, que una hija tuya no fuera capaz de llorar, que era un cobarde, hija de la infidelidad.... Y dime ahora, ¿Estos ojos negros no son un espejismo de los tuyos?, ¿Esta piel morena no es una replica de la tuya?, Y, el lunar, el lunar tan atractivo para la raza humana, en el muslo derecho, dime, dime ahora... Si este maldito temperamento tan malicioso, tan destructivo, tan dañino, tan inevitable, tan imborrable... Observemos los estragos que armó en tu vida... Acaso, ¿no viene de ti?

No te culpo. Porque culpar es sumar a una victima. Ambos sabemos que tu eres todo menos una victima, eres el más infame de los hombres... Padre, ¿sabes lo que significa esa palabra de cinco letras? Tiene tantos sinónimos como: amor, cariño, protección, apoyo, constancia, incondicional, seguridad, comprensión, paz, ternura, armonía, amor, amor, amor, ¿dije amor?... Eso es ser padre, tu no fuiste padre, tu fuiste otra cosa, no fuiste un muñeco porque mucho daño me causaste, llenaste mi vida de terror, de odio, de indiferencia, de desconfianza, de mentiras, de disputas, de gritos, de reclamos, de nada... Nunca me arropaste antes de dormir, nunca me tomaste la frente cuando ardía de fiebre, nunca me recataste cuando me moría de miedo en la densa oscuridad de la noche tratando de cruzar el umbral de mi puerta hasta llegar en brazos seguros... ¡Que nunca fueron los tuyos! Me gustaría difamarte, insultarte, a palos matarte pero sé de sobra que no te dolería, que tu sufrimiento eliminaría porque nada te duele, indolente, eres inhumano, no quieres a nadie... ¿Qué esperabas de la vida? Mejor te pregunto si es que en tu pequeña cabeza de ignorancia cabe la ponderación para una – antemano insulsa- contestación, ¿Esperabas que existiese vida sin amor? Todo tiene un objetivo, todo se basa en una meta, una esperada consecuencia pero estas mencionada como el todo que habita la vida tiene y viene de una raíz, llamada amor... Lo que hago, lo hago por amor, porque entendí que me convertiría en ti y es lo menos que quiero en el mundo prefiero hundirme en el alma del diablo que fundirme en la tuya... Pero me viene la mala racha heredada de ti, tu impotencia, tu intolerancia, tu falta de mesurada, tu falta de tacto, tus defectos... Y las virtudes que quiero tener, poseer, se esfuman como rayos de sol en tormenta, como amor en el odio, como conciencia en alcohol, como olvido en memoria...
Y, vuelvo a luchar conmigo misma sin lograr paz interior, sin lograr... nada, siempre nada.

Y recuerdo, mantengo viva en mi memoria... tu risa después de desmontarte de mí, tus labios mojados luego del trago de vodka y tus lágrimas saladas en mi torso cuando fuiste victima de un vil arrepentimiento... ¿crees que lo olvidé? No, ni en las noches que apenas diviso las llaves de mi casa, ni en las tardes en las que rechazo pacientes a causa del alcohol que aun corre por mis venas y de las sustancias que hieren mis narices... Y más aun las revivo cuando despertaba como un hombre a mi lado, cuando decidí que el amor no es para mí, que vivir la vida sería un reto con la meta de morir... ¡Ay, padre!, ¡Ay, animal! ¿Por qué tanto daño? Si, solo amor yo te quise regalar, sin tormentos, sin lloros, sin gritos... Que me tomarás de la mano para pasear no para tus instintos de animal saciar...

Una mezcla soy, maldad y bondad, rica y pobre, concienzuda y descerebrada, llena de perdón y de rencor, de amor y de odio, de mi madre y de ti... De familia y de extraños, de amigos y enemigos, de hombres y mujeres, de niños y de monstruos, de perros y de gatos... Origen de tu maldita personalidad...

Sin embargo estarás contento, no hay duda, no la hay porque recuerdo en tu lecho, como casi ni podías ni respirar pero la maldad te dio...
-Mi legado. Es tu maldita tristeza... que no te dejará continuar-...

Por eso no entiendo muchas cosas, por eso no comprendo por qué hay que celebrar, sonreír, jugar, amar, esperar, pensar, ponderar, actuar, sorprender, disfrutar, planear... Si todo acabará, si todo es mentira, porque dicen que debo intentar, debo volver a buscarme a mi misma, si yo no he de querer si para mí, no hay remedio, porque seguiré cargando con la misma balsa de fechorías, con la misma balsa... filial.

Se encontraba al frente del ventanal luchando con su demonio interno como si estuviese ahí mirándola, con la misma malvada sonrisa del día de su esperada muerte...
-Mi niña eres mucho más que eso, mucho más- ahora llora, reproduciendo en su cabeza, las atroces escenas que su amada tendría que vivir – Eres mucho más, mucho más... - Le abraza y le transmite su calor, un calor que nunca antes había recibido, el calor que le hacía falta..
Y dos lagrimas pasean libremente por su mejilla y mueren en sus labios, liberando lo que algún día reprimió... Sentimiento.... y lo guardó... Legado.

Texto agregado el 12-12-2005, y leído por 104 visitantes. (0 votos)


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