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Sólo para tus ojos

Yo te dije, vos no escuchaste lo que de alguna manera te dije. Yo tenía el collar enredado en las piernas. Había volcado perfume sobre la pila de revistas y de diarios. Guardé los corchos de las botellas que te tomaste en los dos últimos años, así que no puede decirse que no te dije, cuando marqué mi rostro con las señales de la guerra.

Si mirabas, veías que los lápices se acumulaban en el escritorio sobre las hojas apenas esbozadas. Que tenía un cofre con pelusa de mi ombligo y lo miraba compungida.

Es brava la indiferencia, si hasta arranqué la página tres de todos tus libros, lo que provocó una alteración en la hoja noventa y nueve.

Qué doloroso. Hice, entonces, un cerco con frasquitos de remedios y latas de galletitas, y desde allí
te miraba como un hámster asustado.

Tejí una trenza tan larga que cuando caminaba se iban subiendo los animalitos pequeños, mariposas, ratones, lemures y babosas. No fueron gran compañía, pero era un peso suave sobre mi cabeza tal vez demasiado liviana.

“Buen día”, te decía, en la mano una lámpara encendida, en un pié una sandalia dorada, en el pecho el emblema de las Hijas de Vaya a Saber Quien.

Era visible que tenía guantes de anémona y cuello de cisne en polvo. Te mostré esa rodilla machucada por golpearme con los marcos de las sillas (las sillas tienen marco ?),con las patas de las puertas (las puertas, tienen patas ?),con las cosas que había puesto ahí un momento antes. No era la Venus de Milo, sino el Veneno de Malo lo que puse sobre el freezer.

Ojos ciegos, te dí a ver, esa escena en aquella película en la que decía el año que viene a la misma hora. Yo, en silla de ruedas y el tonto que no veía. Todo para que vieras.

Ojos vendados, rasquetee el piso, hice un surco y cultivé cebollas de llorar eternas en el piso del living. qué querías ? El camino abierto, la puerta de entrada, el sueño despierto ?

No viste que guardaba el talco en la azucarera y el té flotaba en un plato sobre el sillón. La almohada, desubicada, colgaba de las cortinas. !Qué día el que te acostaste parado porque creiste que esa era la cama ! Como yo creía que vos eras vos, y vos creías que yo era esa.

En fin, yo dí señales, dejé rastros, puse las pistas, lamento que vos quisieras que además hablara
Mi boca estaba aún llena de los restos de bombones licorosos o de labiales insípidos con que dejé mi firma , un beso, estampada en el espejo de .


Texto agregado el 14-12-2005, y leído por 128 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-12-2005 Me gustó. Me entretuve leyendo tu texto. Me entretuve porque expresas esa situación innecesariamente desagradable con ironía y humor. No de una manera amarga que cause la pena del lector. Un gusto haber leido algo así. Me pareció un texto fresco. Mis felicitaciones. Ulises_Lima
 
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