Tenia que llegar temprano a casa, esta noche a mamá le gusta que estemos temprano para su famosa cena de Navidad. Lo cierto era que estaba metido en un taco de aquellos, y mi auto no avanzaba mucho que digamos.
Llegue a una luz roja y ahí como siempre esta Efrain. Un mendigo que vivía en esa esquina. Todos los días le daba algunas monedas sueltas que él agradecía siempre con una sonrisa.
Era víspera de Navidad, así que le di mas monedas que de costumbre. Efrain me miró y con una gran sonrisa me dijo.
-gracias amigo, hoy es noche buena y tengo por seguro que mi Dios me ayudará y me dará una gran Navidad este año.- dijo esto y se alejó sin darme tiempo a decirle nada.
El asunto es que llegué a casa y tenia en mi mente aquello que el mendigo me había dicho. ‘’estoy seguro que Dios que ayudará esta Navidad, en noche buena’’. Esta frase se repitió gran parte de la cena.
Al terminar de cenar preparé una canasta y me dispuse a hacer que el viejito tuviese una noche buena.
Salí de mi casa con la mirada incrédula de todos. Llevaba una buena porción de alimentos para aquel amigo.

Lo cierto es que llegué, me bajé del auto. La noche estaba tibia. Caminé con la canasta llena de comida. Vi a efrain enredado entre harapos, de lejos parecía dormido. Me agaché para despertarlo, al moverlo no tubo ninguna reacción. Lo hice algo más fuerte pero nada.

Camino a casa algunas lagrimas cayeron de mis ojos. tanía grabada aquella imagen del cuerpo inerte de efrain. Pero no lloraba de pena si no de alegría, ya que el rostro sin vida del viejito estaba dibujado por una gran sonrisa. La noche buena le había dado una feliz Navidad.




RODRIGO ALDUNCE PINTO
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