Señor! No vamos a hablar de lo cotidiano, todos acá sabemos que al final siempre se desvanecen los altibajos de nuestras reincidencias. Mejor estoy para decirle que en este instante se pierden vidas valiosas en los oscuros recintos de la conciencia. Se caen hermosos retoños de libertad en los pozos ocultos de la ansiedad. Y eso no es nada. Estoy sangrando la herida de la verdad que dibuja mi corazón. Puede usted o alguien escucharme?. Pueden callar las voces internas que nos dirigen?. No importa, no hago reproches, sólo he venido para mostrarle el color cemento de mi zapatos y llevarme de su lecho alpargatas de cilantro.