TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / sobre / La vida que fue

[C:166275]

Le parecía que estaba caminando sobre nubes. No podía distinguir nada a su alrededor, ningún objeto, ninguna sombra. No sé qué impulso lo estaba poseyendo porque sólo caminaba lentamente hacia delante. De pronto se encontró con una puerta grande, pesada, con diferentes signos, miles de signos que no entendía.
La puerta se abrió rugiendo como un tigre. Tuvo miedo, mucho miedo, se vio paralizado sin saber qué hacer. Luego de unos instantes una voz se oyó, dulce, calma, esperanzadora ¡Por fin un ser humano en aquel lugar tan extraño!
- Ven hijo, pasa, no te esperábamos aún, pero por favor entra.
Era un salón grande, demasiado grande, con baldosas negras y blancas como un tablero de ajedrez. No había muebles, ni sillas, ni mesas, ni estantes. Sólo el piso brillante como el sol que se perdía en el horizonte y en todas direcciones.
Al fin preguntó: - ¿Dónde estoy? ¿Qué quieres de mí?
- Espera un momento, estoy buscando tu misión, pero no la encuentro ¿seguro que es aquí donde te mandaron? Respondió la voz.
- No sé dónde estoy, no sé qué estoy haciendo en este lugar. No tengo ninguna misión, me llamo Andrés Andrade y en estos momentos sólo sé que necesito volver a mi trabajo. Estoy perdido ¿Alguien puede ayudarme?
- ¿A tu trabajo? Bromeas?
- Con que eso era, una broma, está bien, sé que no me he portado muy bien últimamente pero ya basta, como broma es espectacular, si querían asustarme lo han logrado, son fantásticos.
Nadie respondió. El cabo de un rato, nuevamente oyó la voz.
- Bueno Andrés por fin encontré tu ficha. Realmente no era tu tiempo, pero esto es casi irremediable. Necesito que tengas paciencia hasta que nos organicemos y podamos comenzar con tu prueba.
- Espera un momento, no tengo tiempo para permanecer en este lugar, soy el Presidente de la República y tengo muchos asuntos que atender, no puedo seguir perdiendo el tiempo. Así que si me disculpan voy a marcharme por donde llegué, seguro encontraré la salida sin ayuda, soy un hombre inteligente y no creo en esta fantasía.
- Esto es muy serio realmente. Me estás haciendo impacientar, te pido un poco de tiempo para aclarar esta situación. Allá abajo hay un lío tremendo por tu partida, así que espera y nos entenderemos.
- Vuelvo a repetir que no tengo tiempo, los Expedientes están esperando mi firma, la gente me aclama todo el tiempo.
- Espera ...
- ¡No puedo esperar! No me gusta presumir pero exijo que me acompañen al Edificio de la Presidencia, ya es muy tarde.
En ese momento miró su reloj, estaba detenido exactamente a las 3:00 PM del día 25 de diciembre del año 2000, se sorprendió ya que ese artefacto de oro macizo, que había recibido como regalo del Embajador de Pakistán en su país, nunca había fallado. Él era un hombre que no necesitaba un reloj en su vida, ya que manejaba el tiempo a su forma, así como lo hacía con cientos de millones de vidas humanas, pero cuando se lo regalaron le había parecido una maravilla, tenía grabado en el reverso su nombre con pequeños diamantes sobre el mapa de su país. ¡Qué ingeniosos los pakistaníes! Realmente era una joya por la que muchos se habrían matado.
- Lo siento Andrés, debieron explicarte que acá no hace falta un reloj, el tiempo es tan relativo que no lo necesitas.
- Pero no entiendo ¿dónde estoy?
- Espera un momento.
- Oíme bien, yo no espero, me esperan a mí!!! -gritó con todas sus fuerzas-, te repito que soy el Presidente de la República.
- Si sigues en esa posición voy a tener que amonestarte. Acá sos Andrés Andrade, un alma perdida en busca de un lugar en esta parte del mundo.
- ¿Un lugar en esta parte del mundo? ¿Se trata de un secuestro? ¿Dónde estoy? Exijo una explicación inmediatamente.
- Exigir es un verbo que no está en nuestro diccionario. Se dejó de usar hace miles de siglos por estas partes. Acá se vive sin presiones y sin exigencias, es el lugar que te ha sido asignado.
- ¿Quiénes son ustedes? Serbios, pakistaníes, colombianos ...
- Cubanos, mexicanos, marroquíes, sudafricanos, judíos, chinos, japoneses, brasileños, uruguayos, chilenos, ¿quieres que siga? Somos ellos y muchos más. Acá estamos todos, comemos juntos, charlamos, nos divertimos y aburrimos juntos, según la ocasión. No hay bandos
- No se puede vivir sin bandos. Además por protocolo no puedo estar con cualquier tipo de personas, tengo que elegir con quién hablo y de qué. Soy un hombre importante.
- Hombres importantes hay demasiados, tanto como tú.
- Eso no es así.
- Sí lo es, hombres como tú, de tu importancia hay muchísimos: padres, madres, hijos, nietos, abuelos, políticos, atletas, personas con capacidades diferentes, comerciantes, obreros de todo tipo, amigos, hermanos...
- ¡No podés compararme con ellos! Es distinto, no estoy diciendo que no es importante ser, por ejemplo, un padre. Yo también lo soy, pero mi trabajo es otra cosa, soy el Presidente, por eso soy importante.
- ¿Por qué? No entiendo. Dijo la voz.
- Porque el Presidente es la figura más relevante de todo el país, y más si es mí país. Sabes, he tenido que tomar decisiones muy significativas para mucha gente.
- ¿Cómo cuál? Andrés notó que la voz se oía como desafiante.
- Hay una lista, puedo enumerarte un millón si quieres, pero creo que no vamos a tener tiempo ninguno de los dos.
- Tenemos la eternidad para hacerlo.
- Eternidad es una palabra demasiado grande. Pero ya que insistes te voy a nombrar algunas de mis decisiones tomadas: el Presupuesto Nacional es una de ellas, días y días estudiando de qué forma vas a manejar un país con varios millones de personas. Tenés que decidir a quién le asignarás más rubros porque de eso puede depender la vida de muchas personas, incluso de tu propia familia.
Contestó Andrés con cierto aire de superioridad.
- Ahora entiendo, por ejemplo, un ama de casa tiene que pensar si comprar una mochila para enviar a la escuela a su hijo, o comida para la cena de su familia.
- No podés comparar una cosa así.
- ¿Por qué no? Hay miles, perdón, vos dijiste varios millones de amas de casa que no saben cómo decidir ese dilema.
- La vida de un país no trata de amas de casa. Dijo Andrés algo impaciente.
- ¿De qué entonces?
- De variables no sólo nacionales sino también internacionales. Te doy un ejemplo para que de una vez puedas entender: el precio del crudo. Si el petróleo se va a las nubes –instintivamente Andrés miró al piso-, posiblemente tengas que hacer transposiciones de rubros para poder cumplir con las obligaciones dispuestas en el Presupuesto Nacional. No es tarea fácil. A veces debes ser injusto, la gente reclama y tenés que hacerte el piola.
Se hizo una pequeña pausa. Andrés prosiguió con su explicación.
- Además de ocuparte de la vida del país, si sos Presidente debes ocuparte de tu propia vida, la familia, los negocios personales, las relaciones con tus nuevas amistades no siempre deseables. Es difícil llevar una vida de esa forma, hay veces que siento un cansancio atroz que no me deja respirar. Pero tengo muchas recompensas ...
- Como el reloj pakistaní. Dijo la voz inmediatamente.
- Así es. Gente que te regala este tipo de cosas y también de otra índole. Y las aceptás porque sos el Presidente, porque te merecés los obsequios que te ofrecen.
- ¿Y si no los aceptás qué puede pasar?
- No lo sé, sólo sé que es de orden aceptarlos.
- Algo así como que si sos Presidente podés y debés aceptar todo, aunque las consecuencias no sean siempre las esperadas.
- Así es, así de simple.
- Necesito otros ejemplo.
- Bueno hay muchos. Además he sido preparado para este puesto desde que nací. Mi padre fue Ministro de Economía, mi madre Senadora, mis tíos Diputados. Procedo de una familia que ha anhelado desde sus raíces la Presidencia y yo soy el único que ha alcanzado ese momento glorioso.
Hay decisiones que no las tomás directamente vos, sino que hay gente de decide lo que hay que hacer porque resulta imposible manejar todo personalmente. Es gente de confianza, de tu confianza, que está preparada para ayudar al Presidente en su gestión.
- Pero, no entiendo, ¿no se puede sólo con todo?
- Por supuesto que no. Necesitás gente en todas las áreas de tu gobierno para que te ayuden. Ahora necesito que me guíes hasta la salida, y también necesito un teléfono para comunicarme con mi Secretario Personal para explicarle dónde estoy.
- Andrés ...
- ... ¿te molestaría llamarme Señor Presidente?
- No puedo porque acá no hay cargos, los momentos gloriosos no son para este lugar, no existen.
- Creo que voy a tener que tomar medidas algo drásticas con vos cuando sepa quién sos y si no puedo averiguarlo deberé tomarlas contra tu país. Dijo Andrés molesto.
- Estás en la eternidad. Sé que aún no entiendes dónde te encontrás. Acabás de morir en tu tierra de una forma totalmente inesperada. Por eso todo este lío. Normalmente cuando la gente llega a este salón ya tiene claro lo que pasa. Pero por lo que veo no has podido darte cuenta ya que tu “Secretario Personal” no está aquí para explicarte la situación.
Andrés Andrade quedó nuevamente paralizado con esas palabras. ¿Muerto él? ¿El hombre más importante de la tierra? ¿Cómo pudo suceder? Justo ahora que tan bien estaban las cosas. Tanto empeño, tantas horas de trabajo minucioso para alcanzar la presidencia de la República, tantas idas y venidas, tantas noches de desvelo, tantas verdades, tantas mentiras.
- Así es Andrés. Los Presidentes también mueren. Pero acá hay otra vida que deberás conocer. Es buena, no te alarmes. La única diferencia que deberás asumir desde ahora es que todos somos iguales, casi idénticos. Como te mencioné antes no hay bandos, estamos todos en uno, por eso nos diferenciamos de los vivos de allá. Acá no morimos nunca, vivimos eternamente en fraternidad. Convivimos juntos. Te doy un ejemplo para que de una vez me entiendas: el lugar donde vivirás por siempre tiene ciertas particularidades, porque acá hay como una armonía, no existen las diferencias entre negro y blanco, aprenderás no te preocupes. Se realizan talleres según las distintas profesiones, la tuya como lo dijiste es la política, entonces los tendrás con políticos de todas las corrientes: estarás junto al Che Guevara, al General Galtieri, a José Marti, San Martín, Franco, los Kennedy, José Artigas, Allende, incluso podrás polemizar con Buenaventura Durrutti y Ascaso.
Hay de todo en la viña del señor.
- ¿Dios?. Preguntó incrédulo Andrés.
- Dios es un mito, en nombre de él se han llevado a cabo a lo largo de toda la historia las más diversas incoherencias. Guerra, paz, riquezas y pobrezas, muertes y vidas, y muchísimo más. Esto es diferente, el paraíso tan anhelado lo tienes ahora a tus pies. Nadie te impondrá lo que tú no quieras. Podés elegir.
- ¿Qué otra opción tengo? Porque de ninguna manera voy a polemizar con Guevara ni con Durrutti.
- ¿Por qué no?
- Porque somos muy diferentes. Yo busco la paz en todas sus facetas, aunque haya que llegar a ellas por distintas vías; busco la armonía en el mundo; no hago diferencias entre las personas, aún cuando he tenido que tomar decisiones con algunos no muy humanas; los pueblos del mundo necesitan de un guía, y para eso estoy yo.
- Creo que estamos llegando a una solución. Escucha, no hay demasiadas diferencias entre las personas. A todos nos ha pasado en algún momento de nuestras vidas la necesidad de cambiar algo, tenemos nuestras convicciones, nuestras creencias, nuestros sueños. Así es como nos manejamos. Pensamos que somos solidarios cuando nos compadecemos por la pobreza, o cuando nos sorprendemos de las barbaridades que suceden día a día. La única diferencia son los medios. Y justamente es eso lo que acá tratamos de cambiar.
- No quiero cambiar los medios. No necesito cambiar mi cabeza para complacer a la gente.
- El tiempo lo dirá.
- ¿Y si no quiero?
- Entonces deberás volver al infierno en el que vivías pero con una diferencia.
- ¿Cuál?
- Estarás en el otro bando.
- En ese caso, creo que prefiero polemizar con Guevara y con Durrutti.
- Ellos opinan lo mismo.
Andrés Andrade comprendió que la eternidad no era tan mala como supuso en un primer momento. Los debates políticos en ella tenían otro sabor, no había asesores, ni sub secretarios, ni secretarios privados. Sólo él con sus convicciones, sus sueños, sus anhelos.

Texto agregado el 18-12-2005, y leído por 98 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]