Yo....soñador intrepido, confieso que sufro de insomnio. Me asomo por la ventana cada mañana con mis ojos manchados de tiempo. Salgo de mi apartamento en estado neutral para entrar al tráfico pesado de mi rutina diaria. Terminada la labor diaria, regreso al tráfico pesado para llegar en estado neutral a mi apartamento. Observo por la ventana nuevamente con mis desolados ojos. Me acuesto en mi cama a pensar o tratar de soñar. He aquí el resultado: palabras vagas, letras sucias y al amanecer ojos manchados de tiempo.

Aún recuerdo mis momentos de sueño, tan anhelados por el negro, tan frustrantes en el espejo. Solía a menudo sentir dolor por mi lamentable pérdida. Me he jactado de placer al recordar el deseo de tener alguna remota posibilidad de conseguir lo que perdí. Recuerdo soñarte tanto que me dolía soñar. Te construí una vida real en un dibujo animado. Te observé fijamente con mi limitada vista y deduje mi obvia desgracia.

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Ayer perdí a Santorini cuando caminaba hacia tu funeral. Mi amada Santorini, no pude estar contigo esta noche y no podré estarlo nunca. Sé que eres hermosa, clara y pura, pero tanta verdad me ha quitado mi morbosa fantasía de estar contigo para llorar mi alma en pena. Santorini, se ha ido el motivo de mi vida, ahora solo me queda dejarte ir.

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No recuerdo exactamente cuando decidí dejar mis ojos abiertos, pero si sé por qué lo hice. Desde ese momento escribo bajo la luna las palabras que no quiero soñar. Luego observo por la ventana cuando sale el sol, deseando una vez más verte. Salgo de mi apartamento sin pena ni gloria a enfrentar la ruda rutina. Terminada mi lucha enfrento rudamente mi dolor de pensar que no te pude ver. Entro a mi apartamento sin pena ni gloria, voy a la ventana, no te veo, me voy a mi cama a mirar el techo. Se repite el procedimiento.

Ojos gastados pero tercos. Pobres ojos que prefieren ver nada para no sentir dolor. Condenados ojos que me fatigan y no me dejan ver la vida como yo quiero verla. Ojos: ¿Qué han visto que no quieren que vea?