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“A los que dejo atrás:
Esta mañana me he despertado bañado en sudor frío, con un inquietante pensamiento incrustado en mi mente y en mis sueños. Me he levantado, caminado al baño, y he visto en el espejo una cara demacrada, más muerta que viva, con ojeras profundas, ojos nublados y enrojecidos por las infinitas noches de desvelos en lágrimas y sollozos, he visto un rostro lánguido e insensible, he visto labios que además de pútridos de soledad, han olvidado cómo tomar la forma de una sonrisa, labios desde los cuales el tiempo mismo ha permitido que el olvido se lleve el sonido de la risa. He visto tan tétrica imagen, y sin embargo ya tan familiar y he sentido un escalofrío inmediato en mi espalda, ha subido por mis dorsales y ha causado un cosquilleo en mi nuca, ese creo es el sentimiento del pavor verdadero, de la tristeza, de la nostalgia, de una verdadera desesperación.
Ya he sentido es cosquilleo demasiadas veces, como para enloquecer y perder la cuenta, o más bien, viceversa, para perder la cuenta y enloquecer. Lo he sentido mientras escuché, ahuecados por la pared, los gritos y regaños de mis padres, cuando vivían bajo el mismo techo. También lo he sentido cuando todos me han dado la espalda en la calle, en la escuela, en el trabajo. Cuando perdí a los pocos amigos que me quedaban, cuando me terminé mi primera botella sin bajar el brazo y en soledad, cuando las intoxicaciones dejaron de aliviar mi conciencia, cuando volví a tener conciencia. Endemoniado cosquilleo que apareciste y me torturaste cuando todos olvidaron mi cumpleaños, cuando a nadie le importó que pasase una noche en el hospital, cuando me rompieron el corazón tantas veces que me sorprendería saber que aún tengo, luego de perder tantos pedazos con cada amor no correspondido y mentido y traicionado.
Es por eso que esta mañana he tomado este papel y la pluma, hace tanto abandonada por altanera y mentirosa, alguna vez amiga se volvió más un parásito que solo me daba sufrimientos, he tomado tales herramientas para dejarles algo a ustedes, un “adiós”, un “hasta pronto, pero no muy pronto”. Quiero decirles que he escogido este día para terminar con mi sufrimiento, con mis penas, que no deben culparse (aunque deberían) por que no ha sido el conflicto personal conmigo el que me ha llevado a tan fúnebre resolución, sino la suma de tantos problemas sin solución y de tantos llantos y angustias. Quiero despedirme de las personas que alguna vez quise y me quisieron, aunque no creo que en estos momentos tales sentimientos existan en mis adentros y mucho menos que sean correspondidos, dejarles un algo, algún legado de mi existencia.
He escogido una benefactora y desquiciada combinación de píldoras, mis confesores desde hace tiempo para ponerle fin a una prolongada existencia de penas, cortarse las venas causaría un desastre en la habitación, y la sangre no es fácil de limpiar de las sábanas o del tapete, ahorcarse es doloroso y prolongado, lo que busco es terminar con el dolor, no provocarme más, el veneno es desagradable y peor aún, combatible. Algo seguro y eficaz, algo pronto y letal.
Es ahora cuando pienso que la respiración que escucho dejará de ser que, la muerte no serviría de nada, es ahora que recapacito sobre una decisión, que le tengo pavor al pavor mismo. Es ahora cuando recuerdo algo que olvidé por que lo quise olvidar, es ahora que recuerdo que alguna vez creo haber sido feliz y quiero volver a sentir eso. Recuerdo la tibieza de un beso, el palpitar de un corazón en mi pecho, la frialdad de la brisa nocturna admirando las estrellas, el calor de la risa, el sopor de una caricia. No deseo darle a la muerta la dicha de tomarme sin haber yo haber sido feliz otra vez. Si bien se me ha olvidado cómo es una sonrisa y cómo reír, creo que nunca antes había deseado como ahora intentarlo. Aún no he amado de verdad, aún no he recorrido mi vida, los problemas del ahora serán recuerdos del mañana, supongo. Espero que termine mi vida, si bien no anciano, con la satisfacción de decir: “Fui infeliz como ningún otro, como no creí posible, pero luego fui feliz, como ningún otro, como no creí posible”.
Pensándolo bien, la muerte no me daría muchas soluciones, no terminaría los problemas, los dejaría a las personas que alguna vez me quisieron. Tal vez nadie me quiera ahora, pero, ¿Quién va a querer un alma perdida, estéril y opaca? La desesperación no ha llegado a mi, yo he ido a por ella. No les dejaré la dicha de olvidarme, ni siquiera eso merecen. He de ser recordado, aunque sea por la mullida almohada, aunque sea por los sucios zapatos.
En verdad, ya estoy muerto y no deseo estarlo. Ser olvidado es la verdadera muerte, sea con vida o sin ella."


Texto agregado el 21-12-2005, y leído por 138 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
17-05-2006 muy buen escrito, refleja mucho de lo que siempre pasa por la mente de todos, no creo que haya persona que no haya pensado n la muerte como salida pero esa no es la solucion al inal como dices la verdadera muerte es ser olvidado... muy bueno! Mewpher
03-02-2006 Muy bien escrita, me gustó. La desolación llevada al extremo hasta llegar al suicidio. Tu personaje comienza a escribir en un último intento de disculpar a los demás, piensa incluso en no causar problemas eligiendo un método de suicidio no sangriento. Y sin embargo, poco a poco, a medida que se va acercando el momento decisivo, el miedo le hace comprender el significado de la vida. loretopaz
21-12-2005 Me parece que yo también me sentido así, con ganas de coger la decisión fácil, a veces ante pequeñeces. Si es fantasia o no, solo lo sabes tu. Gracias por compartirlo Javi_Miramontes
 
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