Rompiendo la ventana, saltó de la casa, la altura era mínima, pero la caída fue larga y dolorosa. Aunque el dolor fue algo pasajero, fue lo suficientemente profundo para lograr arrancarle un grito desde su interior. Ahora todo parecia venirce sobre él; aunque solo eran luces y miradas. Un frío silencio cubrió su cuerpo, mas el soplar del viento le dio calor para reaccionar.

Parandose de un brinco, desafío a todos a su alrededor, demostrando una falsa valentía. Se lamentó profundamente no haber atrevesado ese vidrio sin hacerlo estallar. Una mezcla de vergüenza y tristesa cubrió su paladar, antes bañado de sabrosos manjares.

Finalmente, decide dar la vuelta, cosa que sin saber, siempre quizo hacer, dejando atrás la risas burlonas que ahora escuchaba y ese ignotizador bals, que alguna vez llenase de suavidad sus hombros.