El Caracazo IV:

Los meses posteriores al Caracazo, el desastre general no se aguantaba. Las calles permanecieron durante días impregnadas con ese olor a sangre reciente, y los registros públicos colapsaron ante la cantidad de muertos que había que registrar. Tanto así, que hubo muchísimos problemas con las cédulas, los trámites legales y otros asuntos de ese tipo. Uno de los afectados en este asunto fue mi tío Enrique, a quien poco le importaba aparecer de una u otra manera en la cédula siempre que eso no interfiriera en su parranda eterna y en las cañitas que a diario se tomaba. Pero no tuvo tal fortuna, porque por alguna razón que no recuerdo ahora, debió solicitar la renovación de su cédula, y he aquí lo que le sucedió:

Tío Enrique (a la secretaria): Buenos días señorita, yo vengo por aquí a sacarme una cédula nueva porque la otra se me perdió.

Secretaria: Déme su nombre y número, por favor.... (él le da lo que pide y espera pacientemente; ella lo mira, se levanta de la silla, entra a la oficina de su jefe y pregunta consternada alguna cosa que mi tío intuye se refiere a él. Vuelve al asiento y regresa los papeles a Enrique, quien ya está poniéndose un tanto nervioso)... disculpe señor, pero usted no puede hacer los trámites que pide porque aparece “occiso”.

T.E.: ¡Como que Occiso, chica!, tu no ves ahí en mi carnet?, yo no me llamo Occiso, yo me llamo Antonio Enrique Seijas!.... ahora y que “Occiso”, ese debe ser otro carajo, ¡no yo!

Secretaria: No, señor, me refiero a que usted aparece aquí como si hubiera fallecido... “occiso” significa “fallecido”... es más. aquí dice que usted falleció durante los sucesos del 27 de Febrero.

T.E.: ¡¿QUÉ?! ¡Mas muerta estarás tú mija!, yo estoy vivito y coleando y recuerdo que ese día me eché una pea que no pude salir de mi casa en todo el día... ¡¿Cómo pretenden que voy a morirme así?!.

Secretaria: Ay, no se señor, pero lo cierto es que usted está occiso... ¡y no se le ocurra morirse antes de arreglar este asunto, porque lo van a tener que enterrar en el patio de su casa!, ¡¿no ve que un muerto no puede volver a morirse?!. Váyase, váyase, que eso no es por este departamento, ya me han llegado varios casos así, armándome lío como si yo los hubiera matado... no, no, no... (Devuelve los papeles a mi tío, quien los toma de mala manera)... EL SIGUIENTE!...

Lo cierto es que mi tío Enrique estuvo muerto como diez años, ¡menos mal que no se murió de verdad!... Es que, como él mismo dice: .-¡Yo no me muero fácil porque me conservo en alcohol!.-