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Inicio / Cuenteros Locales / gael11 / Cien Años

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Alberto estaba ya medio desnudo en la cama cuando recordó las palabras que su padre le había dicho hace cinco años.

- Ten cuidado de como te metes en el mundo -

Nunca había prestado atención Alberto al significado de esas palabras pero en ese instante todo pareció muy claro en su mente. De repente ya no se encontraba en aquel lujoso hotel norteamericano sino que se había devuelto cinco años atrás en el tiempo a su casa de la soledad en Venezuela. La casa, a pesar de no estar situada en las zonas donde vivían los ricos de la ciudad, era bastante grande, las paredes siempre pulcras e intactas rodeaban un ambiente que Alberto jamás había olvidado, los adornos de orfebrería de su madre decoraban cada rincón y el olor a café recién hecho en la mañana nunca lo abandono hasta el día en que se fue.

- Padre mió...me voy - suspiro Alberto entregándose al futuro.
- Ya hemos hablado de eso, tu no te vas a ningún lugar, y es mi última palabra -
- Yo se que es tu ultima palabra, pero no por esa razón me voy a quedar en esta casa -
- ¿ Y tu Madre ? ¿ Quieres que se muera ? -
- Ella no se va a morir ni nada que se le parezca, mientras yo sea feliz no le va a pasar nada, te lo aseguro -
- Aja muchacho, y quien te asegura a ti que vas a ser feliz? -
- Yo, yo me lo aseguro -

Alberto cambiaba de posición cada segundo, de pronto el cuarto se había hecho más pequeño de lo que alguna vez imagino y podía sentir que ahora respiraba más rápido. Siempre había sido un analítico por excelencia, muchas veces lo habían calificado como un paranoico e incluso un esquizofrénico, y en realidad el no demostraba lo contrario. Por alguna razón, algo no estaba bien, a pesar de que una mujer se alistaba en el baño para una noche entera de sexo y placer, Alberto sabia que eso no lo hacia feliz.

- ¿ Y de que vas a vivir ? Al menos para que tu madre crea que no vas a pasar hambre -
- De cualquier cosa, el que pasa hambre es porque quiere, y si yo lo quiero así pues así será -
- Tu madre y yo lo hemos dado todo por ti, nunca te dimos razones para que nos abandonaras -
- No los estoy abandonando padre, solo estoy continuando la vida que tu ayudaste a empezar -
- ¿ Que futuro puede ser mejor que el que te estamos ofreciendo ? -
- El futuro que yo quiero, los sueños que aunque nunca te he dicho, son más fuertes que cualquier seguridad que me tengas planeada -
- ¿ Y no es mejor estar seguro de las cosas ? -
- Nunca será mejor estar seguro de la vida que la posibilidad de que todo puede pasar -
- Pues yo no lo veo así -
- Y yo nunca te lo he pedido -

Así como la mujer nunca había entendido sus verdaderos sentimientos, esa noche, y lejos de lo que el siempre había anhelado, Alberto recordó lleno de nostalgia como su padre nunca lo había entendido. Nunca espero que estuviera de acuerdo con sus sueños, pero si que se convirtiera al menos en un buen compañero de vida. Su padre, un caraqueño conservador, ya tenía ideada una vida para el, desde que Alberto era un niño soñaba con que estudiara en las mejores escuelas, que se graduara de medico cirujano en la Universidad Central y que desposara a una muchacha perteneciente a una de las familias bien del estado. Irónicamente, el destino de Alberto había sido el que el se imagino, una vida que aunque no ofrecía una aceptable felicidad, era mas vida que cualquier otra que podía ofrecerle su tricolor.

- ¿ Por qué al menos no haces tus estudios de medicina y después te vas?-
- No tiene ningún sentido hacerlos si no es lo que quiero -
- ¿ Que es lo peor que te puede pasar ? ¿ Tener un titulo de medico ? -
- Yo no voy a vivir para siempre, no pienso perder ni un segundo siendo infeliz -
- Ya lo eres hijo - dijo el padre de Alberto mientras se levantaba de su sillón.
- ¿ Es tan difícil para ti ver que mi futuro no esta aquí ? -
- No lo sabes hijo, por eso eres infeliz - repitió su padre
- Si lo se Padre, como también se que lo importante en esta vida no es saber las cosas sino saber lo que esta mal -

Cinco años después, Alberto conservaba el mismo sentimiento de sensatez, no todo había resultado como en sus sueños, pero al menos se marchó cuando se dio cuenta que algo estaba mal con su vida. Su rostro y su cuerpo estaban entumecidos, el frío del cuarto también se había hecho dueño de su mente, por lo que Alberto no pudo evitar pensar en aquellos días de Marzo en que Caracas se veía envuelta en la sequía.

- Padre, ya me conozco esta ciudad de memoria, se donde empieza y donde termina, se cuando va a llover y se cuando va a hacer un calor del demonio -
- Yo también y no me ves largándome a otro lado. Como ya le he dicho a tu madre, a mi que me entierren en una playa del litoral -
- ¿ Quien te dijo a ti que somos iguales ? -
- ¿ Y quien te dijo a ti que en esa nueva vida que quieres no vas a estar solo ? -

En pocos minutos Alberto estaría nuevamente entre otro cuerpo y otros brazos, todo a cambio de ese preciado dinero que el necesitaba y que obtenía a cambio de llevar a alguien al máximo punto del deseo. No todo le había resultado como el hubiera querido, pero no podía morirse de hambre. Al menos eso le debia a su madre.

- Todo va a estar bien Padre, te lo juro -
- No jures en vano, que el camino que estas eligiendo nunca estará bien -
- Te prometo que haré todo lo posible para que te sientas orgulloso de mi algún día - dijo Alberto con lagrimas en sus ojos y bajando lentamente el tono de su voz.
- Vete entonces, pero recuerda que la vida no es tan buena, y para colmo, después te mueres, así que ten cuidado de como te metes en el mundo -

Faltaba poco tiempo para que su cliente estuviera lista y preparada por completo, a pesar de todo, aquellos instantes habían transcurrido como cien años para Alberto. Se había dado cuenta que aunque conservaba sus ideales de vida y sus ansias de no temerle a lo incierto, había escogido la manera incorrecta de meterse en el mundo, por lo que decidió, como había hecho hace cinco años, darle un giro a su destino. Rápidamente se levantó de la cama a la vez que la felicidad se apoderaba de el, en ese segundo comprendió perfectamente de que se había tratado su aventura y finalmente en cinco años había encontrado esa inspiración que tanto busco. El viaje había sido fenomenal y eso era lo que importaba. Se coloco las pocas ropas que pudo y salio de aquel cuarto. Una voz en su interior le decía que era afortunado y que había sentido lo que muy pocos alcanzan a sentir de la vida. Alberto debía elegir otro rumbo, sin embargo, no le iba a ser dificil, había logrado al fín tener el mundo a sus pies.

Texto agregado el 23-12-2005, y leído por 326 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
13-02-2009 Tienes un talento excelente para escribir. Mis felicitaciones para tu cuento. Saludos Siemprelvira
01-09-2008 Un cuento ágil que encierra una gran verdad, la razón llega con los años. Pero no perdería por nada la experiencia de equivocarse y rectificar... Un abrazo corguill
05-03-2007 Es sorpresiva, interesante. Una pequeña parte de enmedio me pareció un poco retórica. Y quizá me hubiera gustado más con menos juicios de valor. Roberto_Cherinvarito
25-02-2007 vaya gael... que sorpresita que terminaste siendo! sos como un regalito envuelto en letras! que talento che! lau. aruald
17-01-2006 ASIIII SIIIIIIIIIII!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :D me gusta muchisimo, además de tu narrativa que se ve perfeccionada con cada cuento que subes, el mensaje, hombre, el mensajjjje!!!! ***** eladoscurodelcorazon
11-01-2006 Más que un relato es una gran reflexión pero contada como un cuento, me ha gustado tu forma de llevarla adelante y he sentido la liberación de Alberto al salir de la habitación decidido a dar un nuevo giro a su vida. Al fin y al cabo así es la vida forjada en base a las determinaciones erróneas o no que vamos tomando en ella. Buena historia reflexiva. Un saludo y*S josef
 
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