III capitulo

El velo de oscuridad fue un excelente camuflaje para la delgada mujer y nuestro, ahora, desconocido personaje, que empapaba con su sudor la blusa de Aurora, impregnándola de su olor y el ardiente calor de su cuerpo. Mantenía abrazada a la joven con uno de sus fornidos brazos, tirándola cada vez más a la profundidad de aquel rincón. Y con la otra mano silenciaba toda emisión de terror proveniente de la fémina.
- No tema, no le haré daño- susurró con su voz grave y viril al oído de Aurora que estremecida por un deseo que nació instintivamente por aquel extraño se acercó más al cuerpo de su salvador, calmando su respiración y despejando su mente, se volvió una con aquel ser de acaramelada piel.
Desde las penumbras observaron los movimientos de los perseguidores. Acechantes y alertas ante cualquier sonido o pista que indicara el paradero de la prófuga, o “selka” como denominaban en forma despectiva a aquellas personas que infringían las reglas o se comportaban en forma extraña al ritmo del diario vivir.
Movieron algunas tablas, y gritaron algunas amenazas para que saliera de su escondite, más Aurora no se inmutó, se sentía segura en aquel hombre. Esperaron en vano cualquier movimiento extraño, dejando pasar segundos con la largueza de un siglo.
Trasladaron sus pesados botines en otra dirección, lejos de aquel callejón y dejaron libre aquel rincón que guarecía a la pareja.
Aurora se incorporó ávida asegurándose de la distancia de los uniformados, mas la expectación que existía por conocer la entidad del enigmático hombre era ahora su prioridad.
Dio unos pasos hasta donde empezaba las sombras y articuló la pregunta -¿Quién eres?-.
Dos luces se prendieron dentro de ese vacío. Se levantó lentamente sin despegar esa fiera mirada del cuerpo de Aurora. Sacudió un poco sus rodillas y caminó hasta donde se encontraba la chica. La luz de aquel sol madrugador dejó al descubierto el rostro de un hombre maduro, de pelo castaño y ojos negros. De una piel bronceada y marcada por el trabajo o…¿peleas?. Unos músculos que evidenciaban su masculino ser y un cuchillo que de pronto apareció a milímetros de la garganta de Aurora.
…
Continuará