Despidiéndo el camino
con la mano que se sienta mas airosa
luego de quitar la inyección,
el paladar dormido,
seco,
raspado, quebradizo,
ante un respiro delicado,
un sabor tan amargo
de morir después de haber hablado.

Dedos que andan perdidos,
niños que parecen niños
escapándose de casa
fue la última flama
de fuego hogareño,
si, se volvió cenizas,
renovó de un soplo el paladar,
sin esas ganas
de nacer o escapar.

A veces se ha perdido todo
al no registrar las paredes de la habitación
y suponer donde estas,
todo se pierde,
todo se ha derrumbado por completo
hasta ese baile sonoro
que comenzó a dejarme ciego.
Suavemente,
las gotas de luz,
me encuentran lentamente,
la lluvia artista decoró la escena
y yo,
me he perdido en el reflejo.