Querido Santa...

Santa, esta navidad no quiero juguetes, no quiero ropa, no quiero una computadora, no quiero nada de todas esas cosas que generalmente piden todos los demás niños.

Yo he sufrido mucho y me daría pena decírtelo si no supiera que sos muy bueno. Yo me porto bien todo el año y hago mis tareas. Pero, a pesar de todo eso, siento que a mi me castiga Dios una vez por semana. Todos los días yo paso tranquilo, pero hay un momento en me agarra un dolor horrible. Yo no sé que tengo. Es así como que algo se te rompe, como que tenés piedras por dentro mucho más grandes de lo que aguanta tu “cuerpo”. No sé cómo decirte, Santa. Lo que sí es que yo me siento y lloro. Lloro mucho del dolor porque siento que me estoy muriendo. Yo creo que no todos los niños pasan por esto.

Mi mamá me ayuda a veces, pero no se me quita el dolor. A mi hasta me da miedo ir al baño. Me dice que entre y que me siente, que haga fuerzas. Yo quisiera nunca tener que hacer eso, tener esa sensación fea. Los minutos pasan y yo no consigo nada ahí sentado en el baño. No me sale lo que quisiera sacar, más bien, solo me van saliendo las lágrimas por los ojitos. A veces siento que no tengo más fuerzas y hago el último intento. Es ahí que siento que se me rompe allá atrás. Vos sabés dónde, verdad Santa. Y lloro, lloro mucho. Entonces, yo quisiera pedirte que, por favor, me quités todas esas piedras que tengo adentro o que no me ya nunca más vaya al baños. Te quiero mucho, Santa, y gracias, porque sé que vos nunca me has fallado.