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EL CANDIDATO.

Recuerdo que salí de mi casa al primer canto del gallo de ese día lluvioso de Julio, tuve que caminar para tomar la ruta que pasa a las 5 de la mañana en Laguna Seca.
Recuerdo como que el lodo se pegaba a mi huarache que pesaba más, con mi “naylo” (plastico) y mi morral sobre mi espalda, en mi morral mi mama me echo unas embarradas (tortilla con salsa de chile verde). Por si me daba hambre en el camino decía ella.
Tomé la ruta y llegue a la capital, eran mis primeros días cuando tembló en 1985, estudiaba la secundaria por las tardes. Hablaba un español “mocho”, me acuerdo que se reían de mi, desde el nombre de mi pueblo (xaxicatlan), luego de mis apellidos y de la forma de cómo hablaba.

En la preparatoria conocí a algunos estudiantes que vivían en casa de estudiantes, mismos que se organizaban para realizar varias actividades y derivado de su activismo tenían beneficios como el Comedor universitario, condonación de pago para inscripciones y reinscripciones, Por lo que vi la conveniencia de juntarme con ellos.
Estos muchachos eran inquietos siempre andaban organizando actividades por cualquier motivo y derivado de eso comencé a juntarme con ellos en la Universidad incorporándome a algo que ellos llamaban “corriente” pero no era mas que un ejercito de muchachos dispuestos a todo con tal de obtener la comida gratis durante algunos días del mes y otros beneficios. (recuerdo que en algún momento se nos llego a considerar como guardias rojas, listos a entrar en combate. pero que importaba, teníamos comida)

Me integre de lleno con ellos y en los círculos de estudio me decían que los de la izquierda eran en contra de la nación por eso habría que combatirlos, y teníamos que apagarlos y dispersarlos ya que eran un mal contra la sociedad.

Primero me integre a su grupo y luego me incorporaron a una casa de estudiante, en las que había que asistir a todos los actos de los gobernantes en turno y/o candidatos a cambio de que los lideres de estas casas tuvieran una beca o aseguraran u trabajo.
En “corto” nos decían que también que le echáramos ganas para que nos tocaran unas becas. U otro beneficio, mientras estudiaba en la facultad me integré de lleno a la grilla apoyando al candidato que habíamos “concensado” en una reunión.
Cuando este candidato se convirtió en rector, obtuve mi recompensa (una beca quincenal), lo que me permitía ya no trabajar. Pero tenía como obligación seguir “agitando” a los demás estudiantes buscando cualquier oportunidad para que yo los dirigiera ya sea para el comedor universitario, alza de pasajes, o incluso condonaciones que lográbamos, y claro que no eran para los mas necesitados sino que eran para los que nos “respondían” en todas estas actividades.

También se me asignó otra responsabilidad para atender y coordinar a las casas del estudiante en el Estado. Que implicaba saber las inquietudes de los lideres de las casas, por lo que me encargué de que en cada casa hubiera un infiltrado que me pasaba la información de las actividades y dirigentes de cada casa. Por mi “capacidad” fue un asunto relativamente sencillo, la información se la pasaba directamente a “los jefes”.
Derivado de ello mas tarde me hice famoso por desalojar casas de estudiantes a los y las que no compartían los principios de la corriente, eran traidores a la causa y al gobierno. Por lo que no había que darles ninguna posibilidad de desarrollo. Muchos decían que era porro pero no me importaba, lo importante era estar bien con los jefes.

Mi activismo, participación y “capacidad” en recompensa me nombraron coordinador Estatal de la Unión Juvenil Revolucionario, que dependía de Partido.

Con este puesto pude obtener mi titulo aunque iba poco a la escuela pero por mi influencia política bastaba, con decirle a los maestros para que me pasaran, excusando mi actividad y mi “gran” responsabilidad.
Posteriormente me nombraron director de la juventud y deporte del gobierno del estado, (al que renuncié recientemente) desde la dirección me proyecté políticamente, entregando balones y tomándome la foto para la prensa, pero además acompañaba en ocasiones al gobernador en sus giras, que también me echaba flores diciendo que un día salí de mi comunidad y me conoció muy pobre, pero que gracias a mi espíritu pude vencer los obstáculos que me imponía la vida, por lo que exhortaba a que siguieran mi ejemplo. Obviamente me sentía muy halagado.

Bueno tengo que parar aquí este recuerdo, porque ya me va tocar hablar mi discurso porque ahora soy candidato a diputado.

Texto agregado el 28-12-2005, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


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