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Un cuento ideal

Acabo de enterarme de cuánto el gran cuento de Jorge Luis Borges Tlon, Uqbar, Orbis Tertius le debe a la doctrina del Idealismo del filófoso irlandés George Berkeley. Voy a evitar hacer una exposición de los postulados de esa doctrina (para lo cual, además, me falta erudición), y sólo menciono el principal:

Las cosas sólo existen si son percibidas.

Es decir, Berkeley niega la existencia de las cosas fuera de las mentes que las perciben; y soluciona el problema de la continuidad de las cosas (esto es, que existan siempre y no aparezcan y desaparezcan según haya alguien para percibirlas o no) afirmando que cuando nadie las percibe, Dios las percibe. Me atrevo a traducir unas rimas al respecto, que encuentro divertidas:

Hubo un joven que dijo: “Dios
Debe pensar muy extraño
Si concluye que este árbol
Continua existiendo
Cuando no hay nadie en la Plaza.”


“Querido señor, su asombro es extraño;
Yo siempre estoy en la Plaza
Y es por eso que este árbol
Continuará existiendo
Porque lo observa su seguro servidor, Dios.”

Creo que más clásico es el ejemplo del árbol en medio del bosque, atribuido al mismo Berkeley: Si un árbol cae en el medio del bosque, y no hay nadie cerca, ¿hace ruido? Él afirma que sí, porque ahí está Dios para escucharlo. Como ven, la filosofía seria acaba apareciendo en los lugares menos pensados.


(H)Ay, Dios

Entonces, para los berkelianos, si no existiera Dios, las cosas desaparecerían cuando nadie las está viendo, o tocando, oliendo, escuchando o sintiendo. La existencia de Dios también explica por qué personas diferentes perciben las cosas de la misma forma: es Dios quien crea esas ideas en sus mentes. Malas noticias para los ateos, ¿di?

En realidad, muchos de los puntos de vista del Idealismo han sido refutados, pero mi ciencia no da para decir por cuáles corrientes. Pero lo interesante, desde el punto de vista literario, es que en la ausencia de un Dios, el universo se desmoronaría cuando los hombres se van a dormir. Algo de esto debió de haber estado pensando Einstein, cuando, para refutar a los partidarios del Principio de Incertidumbre, les preguntó: “¿De verdad piensan que la Luna no está en el cielo cuando nadie la ve?”

Visto lo anterior, transcribo el párrafo final de la segunda parte de Tlon, Uqbar, Orbis Tertius, antes de la Posdata:

Las cosas se duplican en Tlon; propenden asimismo a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la gente. Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un anfiteatro.


El mendigo memorioso

El mendigo de Tlon “percibe” el umbral en el que se refugia de la noche, y su mente lo preserva hasta que muere; mejor dicho, el umbral persiste en la “realidad” porque la única realidad posible para el mendigo es la que él mismo percibe. Trataré de clarificar el argumento, añadiendo una cronología puramente conjetural:

1. Existe un umbral, porque es percibido por muchos hombres de Tlon antes del mendigo.

2. El mendigo es el último hombre de Tlon que percibe el umbral (los otros han ido muriendo), porque lo visita para refugiarse de la noche.

3. Cuando muere el mendigo, el umbral desaparece.

Mi primera objeción es la siguiente: ¿Cómo es posible saber que el umbral ha desaparecido? Si el mendigo es el “último” en percibirlo, al morir él los hombres de Tlon no solamente dejarían de percibirlo (el umbral desaparecería en consecuencia), sino que incluso no podrían saber que existió alguna vez un umbral (puesto que sólo el mendigo lo percibía).

Además, afirmar que ha existido el umbral alguna vez presupone la existencia de un súper-percibidor (Dios) que dé noticia del umbral; y este Dios, que recuerda el umbral, bastaría para preservarlo: o sea, que no importaría que el mendigo haya muerto, porque ahí estaría su seguro servidor para conservar el umbral. Y del texto se desprende que en Tlon no existe Dios, ni el impostor Jesucristo.

Por otra parte, nadie en Tlon podría recordar que el umbral “existió”, porque al recordarlo, estaríamos negando la afirmación de que “[Las cosas] propenden (…) a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la gente”, y el umbral seguiría existiendo.


Manual de zoología fantástica

Mi segunda objeción tiene que ver con esos pájaros y caballos que han conservado las ruinas de un anfiteatro. Lo que me molesta es la “percepción” de esos animales, que se equipara con la de los hombres de Tlon: afirmar que unos caballos o pájaros puedan llegar a la abstracción de formas necesarias para conservar la idea de “anfiteatro” me parece un despropósito; es decir, si un pájaro puede llegar a sintetizar sus percepciones hasta obtener la idea “anfiteatro” (y en consecuencia, preservarla en la “realidad”), lo mismo podría ponerse a hablar o a cantar tangos. Aunque, desde luego, estos animalitos estarían muy a la par con los tigres transparentes que abundan en Tlon.

Más apropiado habría sido decir que ciertas rocas, dispuestas de forma grotesca pero extrañamente coherente, inducen en los observadores de Tlon la idea de un anfiteatro: es decir, el recuerdo (la percepción) que los animales conservan del anfiteatro es una deformación del monumento original.

Eso sin tener en cuenta una condición fundamental: que haya hombres de Tlon que perciban (o recuerden) a esos pájaros y caballos que vagan por ruinas muy lejanas y deshabitadas (la ausencia de hombres cerca de las ruinas se desprende de la afirmación de Borges, puesto que si hay hombres cerca, éstos serían quienes salvarían las ruinas sin necesidad de otros animales). Si esos pájaros vuelan hasta perderse de vista (esto es, hasta que los hombres de Tlon dejan de percibirlos), se desvanecerían, ¿no?


Y último
Para un idealista, afirmar que existe (o ha existido) algo que nadie percibe resulta una contradicción (recordemos que Berkeley tuvo que llamar a Dios para resolver la paradoja). Yo creo que los miembros de la cofradía secreta que creó Tlon (esa dispersa dinastía de solitarios que está cambiando el mundo), aún necesitan depurar su Primera Enciclopedia de Tlon. Si tengo razón, aparecerá una Fe de erratas en alguno de los cien volúmenes de la Segunda Enciclopedia; lástima que para el 2040 tal vez ya no esté en el mundo para envanecerse con el reconocimiento su seguro servidor,

El Alberto.

Texto agregado el 28-12-2005, y leído por 732 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
06-01-2009 Interesante discusión, máxime si tenemos el privilegio de haber leído el relato de Borges y ser partidarios de sus textos. aquo
29-12-2005 Jajajaja, ¿qué decir? Muy entretenido marBin
 
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