Toda la libertad del mundo bailaba entre nosotras.
Se escurría la brisa entre tus dulces manos.
Madre,
tu rostro que inundaba mi vida de colores
fue gaviota y corcel
era páginas sepias
de un cuento somnoliento en mis ojos de estrellas.
Y el cansancio de niña me llevaba a volar
de la mano de un sueño que llegó de tus labios.
Tus pies dejaban huellas
sobre esa arena suave del caminar ingenuo
que tomada del ruedo
del floreado vestido que llevabas a veces
me condujo acunada cual quimera de pétalos
mariposas y abejas
hasta la edad que trae consigo algunas lágrimas
entre el sol y la luna.
“Dame la mano y danzaremos”
me acunaba tu canto cada noche,
aquí te doy mi mano:
mujer,
entrada hacia la vida,
amiga y mensajera,
abrazo que conforta,
sonrisa eternamente construida de amores
arquitecta de mi alma.
Oyeme en estas horas en que sigo el camino
coronada de historias
vestida de la risa y también de las lágrimas
que encuentro en el camino.
Aún quiero abrazarte y que tomes mi mano
dame la mano tuya
mientras miro tus ojos y de digo:
“como una sola flor seremos
como una flor y nada más”.

2° lugar en Desafío de la Imágen N° 8

16.12.2005