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La Física Clásica se ha manejado siempre en una geometría tridimensional. Esto es, manejando altura, anchura y profundidad, como elementos del espacio. A su vez, la física maneja otro concepto, independiente del espacio, como es el tiempo.
Ciertas corrientes de la física cuántica, en cambio sostienen la teoría de que el tiempo no es sino una cuarta dimensión dentro del espacio. En una geometría de una dimensión, el elemento mínimo es la recta – o distancia entre dos puntos. En dos dimensiones hablamos de un plano. Dentro de la geometría de tres dimensiones, el elemento básico sería el cubo (donde se introduce el concepto de profundidad). En la supuesta geometría tetradimensional, el elemento básico sería el hipercubo que el propio Einstein intentó representar.
En otro orden, los hallazgos de la física han sugerido que el electrón alrededor de un núcleo sigue las mismas pautas que los planetas al realizar su órbita alrededor de las estrellas. Dentro de la geometría de tres dimensiones, tanto los electrones como los planetas realizan elipses alrededor del objeto cuya atracción los mantiene en su órbita. Es por tanto, esperable, que en esa hipotética cuarta dimensión, el movimiento natural de la traslación temporal sea también elíptica y por tanto recurrente, siendo todo evento condenado a repetirse cíclica e invariablemente. Esto es, todo cuanto sucede, ya ha sucedido, y volverá a suceder.

Este planteamiento, aunque de modo menos estricto, y más romántico y filosófico, ya lo encontramos en las filosofías perennes orientales, en algunos presocráticos monistas, en el planteamiento de Eterno Retorno de Nietzsche, o de un modo más literario, en la parábola del hijo pródigo, de la que se valdrá Hesse para Peter Camezind.

Aclarados estos puntos y conceptos, me pongo mundano y enlazo, con toda la mala intención del mundo, ese eterno retorno de corrientes circulares en el tiempo, con nuestras costumbres y rutinas más primarias. Al lector no le costará relacionar estos eventos con el fenómeno de la nochevieja. Ese fin de año que inexorablemente se repite, y que circunstancialmente suele ir acompañado de promesas e intenciones de un mundo mejor, una misiva de bondad, de vernos más a menudo
y, en última instancia, de un día a día de dieta, gimnasio y sin tabaco. La realidad de la vida es que, a pesar de todo, hacia febrero seguiremos
relatando conflictos armados, contaminación, desastres naturales, chismorreo político nacional, municipal y hasta de comunidad de vecinos;
pero también el polvo mañanero, la cena romántica, el desengaño amoroso, el neonato de turno, la satisfacción del padre por ver al hijo crecer, la
preocupación por el niño que se hace hombre y tiene un pavo que aguantarle debería estar subvencionado por la seguridad social, el enamoramiento, la convivencia, y todo lo maravilloso y terrible de la vida. En definitiva,
todo lo humano. Eso sí, mis treinta cigarritos diarios serán menos. Y no porque me lo haya propuesto. Sino porque alguien considera que soy un terrorista de la sanidad. No desespero, porque esas corrientes circulares en el tiempo que han condenado al universo a repetirse inexorablemente en un circular infinito, volverán a poner al fumador en el lugar que se merece, aunque sea como vago recuerdo del mito erótico de James Dean.

Texto agregado el 02-01-2006, y leído por 236 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-01-2006 Los extremos están hechos para encontrarse, de tal manera que al unirse, generan un círculo, que tiende a una perenne estabilidad. De esta manera, en ningún caso se excede el radio, y siempre el cambio y la traslación se vuelcan sobre sí mismos, aunque con ligeras variaciones, siempre a partir de ese límite y esa tensión concéntrica. Respecto a la estructura del texto, me llama la atención la facilidad para establecer analogías a través de dos contrastes o puntos de vista: el que se observa en los primeros párrafos, abocetado, pero con una intención más cercana al lector, y un tono más objetivo, y el contraste de todo lo anterior a través de un acto tan cotidiano para algunos como fumarse un cigarro. Hábito, vicio o costumbre, según se mire, este texto tiene su peso en el último párrafo, por lo controvertido del asunto (ley antitabaco). pic
02-01-2006 Amén. Aunque las relaciones que estableces esten cogidas con pinzas, me parece un buen artículo. Un saludo Algor
02-01-2006 Simplemente Genial YGB
 
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