Lentamente, sin prisa alguna, viendo a los que no me ven, entro en áquel túnel oscuro y sombrío. Cierro por dentro y comienzo a caminar. No tengo miedo, y no me importa que no vea hacia dónde me dirijo, ni dónde estoy pisando, tan solo avanzo. No alcanzo a avanzar mucho cuando caigo, y comienza la caída libre. No grito, ni me desespero, ni me agobio por no poder tocar piso firme, sólo me dejo llevar y trato de despejarme, para cuando caiga no duela y pueda pararme para continuar la travesía. La caída es mucho más extensa de lo que creo, y no lo logro tocar piso en bastante tiempo... Me empiezo a desesperar, a sentirme desprotegido. Me tomo la cabeza, y respiro profundo, diciéndome que esto tiene que acabar. inexplicablemente no lo hace, y cada vez bajo más... llegó al final, después de mucho, después de demasiado quizás. Logro ponerme en pie, y nuevamente comienzo a caminar. Zigzagueo tanteando el camino, viendo si es seguro o no. Murmullos tan lejanos como la luz que no está me persiguen, y aromas, que siento cercanos como esta inmensa oscuridad.

Me doy cuenta de que estoy parado en medio de la desgracia. este océano que soy está en medio de la tempestad absoluta. el camino es ahora fangoso, y cuesta avanzar en demasía. Ya la oscuridad no es amigable y cercana, se ha vuelto en la soledad del desvalido, en el lodo del mentiroso, en la sombra del actor. Ya no soy lo que era, y no seré lo que fuí, el lodo lo ha ensuciado y no veo nada como para saber dónde hay aguas tranquilas donde volver a ser limpio, donde la pureza me bañe.
A lo lejos se ve una ventana, pequeña, alta y sucia, pero es un cambio al paisaje invisible al que me enfrento. Una ventana alta, como la de Sabato, pienso, y me propongo como meta llegar a ella, y explorar su exterior. Alegremente, el camino se facilita y ya puedo avanzar con celeridad. Antes de llegar a unos metros de la ventana, freno. Respiro, y pienso en la ventana. ¿Qué hace aquí? ¿Por qué apareció ahora?
Llevaba mucho rato caminando, y apareció aquella ventana... Los murmullos aumentan, y me siento a mi mismo como uno... Desapareceré como uno de aquellos susurros es mi primera sensación, por lo tanto debo avanzar, debo arrancar, debo esconderme del viento, de la luz, de todos, y convertirme en un susurro eterno, destronar al océano y transformarme en un susurro.

Abro la ventana, y todo es normal afuera. La gente avanza. los veo y nadie me ve. Cierro la ventana por dentro y sigo caminando.