Que la inocencia te valga

Todavía creo que buscabas la muerte,
te excitaba temerle como un niño y el problema es que no hay madre,
ya no existen reproches por los monstruos que se aglomeran bajo tu cama.

Los párpados se impregnan con desenvoltura,
a manera de diversos reflejos,
Los músculos ya no conocen expresión facial y perpetran una sonrisa lastimera.

Corre a la habitación contigua, total ya no hay madre ni padre,
¡comprende que no hay nadie!, enciende las luces y veras el verdadero terror.