Nunca había sentido tanta desnudez.
Nunca había vomitado un menú tan sórdido y pesado para otros y para mí.
Nunca había sido exiliada hasta el punto de extinguirme y extinguirme en un espacio donde casi no siento.
Nunca había tenido una confusión tan silenciosa hasta para mí misma, ni había oído mi silencio convertirse en una acción tan ausente de sentido.
En una acción.
Sólo repito: “sólo un momento”
“Sólo un momento”
Como pretendiendo que por inercia existiera una continuidad entre ellos.

Ni los más voyeristas desearían verme.
He gastado iones, papel, sonrisas, lágrimas, miedos, sobretodo miedos…
He gastado casi toda mi energía vital y existencial. (La primera para ocultar a la segunda).
He agotado varios medios, métodos, objetos y desde luego
sujetos.
Me he encubierto para no mostrar la variedad de inconformidades.
He luchado casi hasta la muerte por el control.
Por el bienestar de otros reteniendo mi propio malestar.
En uno, en dos, en uno, en dos…

Soy buena y estoy bien, en uno en dos, y por dentro una lucha
Una estructura, Una diálisis diaria sin donante.
Control es todo lo que quise.
Y ahora los que no debían saberlo lo saben. Y Los que pueden encubrirme no deben.
Como si la suerte se hubiera echado en esa sola noche de espera y velación
de incertidumbre y culpas.
Ahora Todo se descubre. Pero no siento frío.
Qué sigue al quedar sobre las tablas con este alto grado de desnudez después de 20 años?
Un momento.
Propongo además de él, un plazo que me diga
Algo,
que aún no encuentro ni busco.

Me doy un plazo