Me mantengo, de pie mientras se detiene el tiempo,
floto y en el ambiente se desvanece un aroma sutíl,
son esas cosas que uno puede ver con el amor febril.

Imágenes danzantes, pueriles que me recuerdan de niño,
sonrisa sonrojada que me mira desde dentro del corazón,
caricia permanente que tras la puerta esconde la razón.

A tu puerta te pierdo y mi voz no alcanza a ver del todo,
los sueños que te sigan tras la espalda que amorosa,
en un suspiro cierre tus ojos de mujer tan imperiosa.

Falta un abrazo prolongado que nos permita alejarnos,
a sabiendas de la vuelta y el encuentro postergado,
cuando a mi llamado acudas presurosa de rostro enamorado.

A tu puerta se queda el amor y los recuerdos cautivos,
colgados mientras el tiempo apremia y las llamadas se hacen,
se dejan para la espera entre la incóngita y deseo que nacen.

Todo nace y muere tras tu puerta,
tiembla por las noches la carne yerta,
que me recuerda que es sólo un sueño
y soy quien tras las noches de desvelo solo despierta.