-Claus, personaje arrebatado, te escapas al acatamiento de mis dedos y haces de las tuyas. Ya malograste un cuento con tus intervenciones fuera de libreto. Gracias a ello me he ganado una justa reprimenda de Casiquenodeseo. ¿Cómo? ¿Qué vas a ajustarle cuentas por ser un atrevido? ¡Ni te atrevas! ¡Estamos en una sociedad libre en la que cada uno es dueño de decir lo que le venga a la cabeza. ¿Ni se te ocurra! ¿Escuchaste?

Lejano a esta discusión, en una oscura caverna, Demonium se recupera del disparo que le hizo el atarantado de Claus y que si bien lo dejó inconsciente, no le provocó ninguna herida porque un mazo diabólico que conservaba en el bolsillo de su camisa le sirvió de escudo para amortiguar el impacto. Como intuye que el justiciero no se va a hacer de rogar para dispararle de nuevo, el ruin personaje ha tomado sus precauciones y ahora ha decidido cortar por lo sano: asesinará de una buena vez a su autor para acabar con las peripecias de Claus.

Por lo tanto se dirigirá raudo al país del escritor, para estrangularlo con sus manos de hierro. Pero de inmediato se percata de algo aterrador. Si mata al autor, también morirá él y entonces todo habrá acabado estúpidamente.

-Esto es lo que se llama una maldita encrucijada- gruñe sin atinar a encontrar una solución que lo deje satisfecho. Se acomoda en medio de una fogata y de inmediato, su cuerpo se enciende como una yesca. Esa es su posición favorita para pensar o mejor dicho, para tramar maldades.
-¡Debo eliminarlo, pero sin que ello signifique que mi apestosa vida también acabe! ¿Qué hago? ¿Cómo lo hago? ¡Oh Satán! Ilumíname para que mi siniestro cerebro pueda encontrar la solución.
El rostro de Demonium es un gran trozo incandescente de carbón que se contrae de rabia.

De pronto y cuando el engendro es una pira humana, su cuerpo se eleva por sobre las llamas y una estruendosa carcajada llena el recinto, provocando un alud de rocas en las laderas circundantes.

-¿Cómo no se me ocurrió antes?- brama el asesino, mientras mordisquea un trozo de bife de ternero recién nacido que ha sacrificado y cocinado al encontrar al indefenso animalito pastando en las inmediaciones de su cubil.

Poco después, en una pequeña casa muy lejana de allí, se escucha el siguiente diálogo:
-¿Fuiste al Banco, querido? Necesitamos dinero.
-Casi iba pero se me hizo tarde. Lo más seguro es que casi lo deje para mañana.
-¿Por qué demonios lo dejas todo para mañana? Los cobradores comenzarán a llamar muy luego. ¿No lo entiendes?
-Casi, pero no temas. ¿Qué más da un día más o un día menos? ¡Huy! Son casi las tres de la tarde. A esa hora transmiten la final del casi campeonato.
La mujer da un respingo y se retira de la escena, refunfuñando.
En ese preciso instante suena el teléfono.
-¡Atiende, deben ser los cobradores que comienzan a llamar!-grita la mujer desde la cocina.
-Casi voy, casi voy.

-¿Señor Casinodeseo?- una extraña voz se escucha desde el otro lado de la línea
-Casi exactamente. ¿Quién llama?
-Usted no me conoce pero me gustaría hablar con usted. Se trata de un asunto de negocios que puede ser muy ventajoso para usted.
-Casi no entiendo ¿Usted no es un cobrador entonces?
Una horrible carcajada obliga a Casinodeseo a retirar su oreja del auricular.
-¡Mi madre! ¡Me dio casi susto!- susurró el hombre mientras la voz le comienza a dictar una dirección:
-Tome nota. Cementerio de los Malditos Espíritus. Esta noche, cuando en la capilla comiencen a tañer las doce campanadas. Allí lo espero.
-¿Queeeeeeeeeeeeeeee? ¿Usted está casi loco? Ni casi borracho me internaría por esos lugares en las casi tinieblas.
-Casi va a tener que hacerlo porque esta es la oportunidad de su vida. ¡Jar jar jar jar! Recuerde, esta noche a las doce, en donde le dije…
El tipo corta abruptamente la comunicación y Casinodeseo se queda rascando la cabeza. Su nerviosismo es extremo pero en todo caso, el que le ha hablado le ha mencionado que es algo ventajoso para él. ¿Qué podría perder con ir a averiguarlo?


(Continuará)