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LA EPOPEYA
CRÓNICAS DE SAN JOSÉ DE MAIPO
En el Chile del 1500 -al pié de cordilleras nevadas- entre los ríos Bio Bio y Cautín, a la sombra de bosques milenarios de araucarias, alerces, cipreses, raulíes, peumos, pataguas, sagrados canelos, arrayanes, hualos, boldos, coligues- regados por lluvias abundantes- una raza indómita e inteligente, de un valor sin límites, habitaba en hermosas rucas junto a sus siembras de maíz, sus alpacas, llamas, perros –el quiltro y el tregua- junto a rápidos esteros de aguas transparentes; LOS MAPUCHES.
“El aspecto general del araucano, se singulariza entre todas las razas americanas por una impresión de robustez y virilidad, que sirve de marco a la psicología más viril y a la de mayor energía vital entre las razas del continente americano” Francisco Antonio Encina, Historia de Chile.
“Son de gestos robustos, desbarbados,
bien formados los cuerpos y crecidos,
espaldas grandes, pechos levantados,
recios miembros, de nervios bien fornidos;
ágiles, desenvueltos, alentados,
animosos, valientes, atrevidos,
duros en el trabajo y sufridores
de fríos mortales, hambres y calores.” Alonso de Ercilla, La Araucana.
Desde el Perú entran a Chile los guerreros visigodos enviados por el Emperador Carlos V, entonces los mejores soldados del mundo, a someter el último territorio libre de la América conquistada entre ríos de sangre azteca, inca y demás etnias que habitaban el hermoso continente. Les costó cuatrocientos años, mucho oro, la vida de dos gobernadores, Pedro de Valdivia y Martín García Oñez de Loyola y más sangre de españoles caídos en combate que en toda la conquista del resto de América.
Sobre la tierra chilena que se tiñó de rojo entre gritos de triunfo y ayes de dolor, nace una nueva raza, la raza chilena. Sale del vientre de las cautivas españolas en las rucas de Arauco y del de las indias llevadas al concubinato por los soldados españoles. A manera de ejemplo: Francisco de Aguirre reconoció cien hijos pero se le atribuyen más de doscientos.
En un vano intento de acabar con la lucha, España envió a un pariente del Cid, el joven García Hurtado de Mendoza, inteligente y valiente, secundado por un fuerte y bien armado ejército. Su desconocimiento del teatro de guerra, del adversario y mediocres consejeros, hicieron que su “pacificación” fuese sólo una tregua en la lucha, pero sirvió para que uno de sus oficiales reconociera, con la hidalguía que caracteriza al español, el valor del adversario al escribir una de las más hermosas epopeyas de la humanidad; “LA ARAUCANA”.
Alonso de Ercilla, queda tan impresionado por la guerra de Arauco en que le toca luchar, que los apuntes tomados en campaña los escribe hasta en cortezas de árbol.
Basado en estos datos posteriormente escribe “LA ARAUCANA”, de la que sus contemporáneos dicen, que es comparable a la “Iliada” de Homero.
Dedica su obra a Felipe II, de quien fue paje cuando ambos eran niños –lo que le permitió desde pequeño leer los mejores libros de su tiempo y viajar, a los quince años, por toda Europa, conociendo museos, castillos y personalidades ilustres. El destino quiso que al acompañarlo a casarse con la Reina María I de Inglaterra, conociera a Jerónimo de Alderete.
En esos días llegan a Londres noticias de una nueva rebelión en Arauco y Alderete es nombrado Capitán y Adelantado en Chile y enviado a sofocarla. Ercilla, de 22 años, se suma a la expedición y se embarca rumbo a América acompañándolo. Alderete muere en Panamá y Ercilla sigue hasta Lima y de ahí pasa a Chile acompañando a don García Hurtado de Mendoza, quien reemplaza por orden de su padre, el virrey del Perú, al fallecido Jerónimo de Alderete.
Admirado por el valor indómito del pueblo mapuche, con singular nobleza ensalza el coraje del enemigo:.
“No los perturba y pone allí embarazo
ni punto los detiene el temor ciego;
antes si el tiro a alguno lleva el brazo,
con el otro la espada esgrime luego;
llegan sin reparar hasta el ribazo
donde estaba la máquina del fuego:
viéranse allí las balas escupidas
por la bárbara furia detenidas” -Batalla de Andalicán donde por la astucia de Lautaro y el demasiado trabajo de los españoles fueron los nuestros desbaratados y muertos más de la mitad de ellos, juntamente con tres mil indios amigos- A. De Ercilla, La Araucana.
Ercilla, con la visión del genio, repara en la inteligencia, valentía y heroísmo de un pueblo considerado inferior por los españoles y que él lo iguala a su propia gente. Percibe que son dignos rivales de los visigodos y vascos, que principalmente participan en la conquista del Nuevo Mundo. Es el primero en alabar sus virtudes y concepto del honor, comparándolo al de los antiguos aqueos y troyanos. Lo conmueven su estoicismo, su resistencia, su lealtad. Es un culto soldado, a diferencia de la mayoría de los conquistadores y percibe que; “si no hubieran llegado los españoles, los mapuches estaban destinados a ser los romanos de América”.
Para él Lautaro es un Aquiles, Caupolicán un Héctor, Fresia una altiva Andrómaca.
La descripción del suplicio de Caupolicán, es tal vez lo más impresionante de su obra:
“No el aguzado palo penetrante
por más que las entrañas le rompiese
barrenándole el cuerpo, fue bastante
a que al dolor intenso se rindiese:
que con sereno término y semblante,
sin que labio ni ceja retorciese,
sosegado quedó de la manera
que si asentado en tálamo estuviera”.
Durante las celebraciones organizadas en honor a la ascensión al trono de Felipe II- su antiguo compañero de juegos infantiles- debido a la abdicación de Carlos V, Ercilla estuvo a punto de ser ajusticiado en La Imperial por una reyerta con Juan de Pineda, ya que desenvainaron las espadas frente al Gobernador. García Hurtado de Mendoza ordenó que los degollaran o ahorcaran, pues esto era considerado gravísimo delito. Durante la noche una doncella araucana llegó con otra mujer donde el Gobernador y este al amanecer revocó la orden y la cambió por la de extrañamiento.
“Ercilla se alejó de Chile en cuanto pudo hacerlo, y pagó a la doncella mapuche el don de la vida que de ella recibiera, legando a la posteridad la memoria del heroísmo de su raza transfigurado por la epopeya” F. A. Encina, Historia de Chile.
Volvió a España enfermo y sin dinero.
El año 1566 publicó en Madrid los primeros quince cantos, escritos durante su estadía en Chile.
En 1578 la segunda parte y en 1590 la tercera. Fue inmediatamente un gran éxito.
Debemos considerarlo el fundador de la literatura chilena, ya que fue el primero en escribir en Chile sobre Chile. Su obra encabeza la vanguardia de las escritas en español en esta tierra.
También es un mensaje a los conquistadores señalándoles el respeto que debían a los pueblos originarios americanos, considerados inferiores por los europeos. Tratándose de la nación mapuche, en determinadas circunstancias la coloca en un lugar superior a los mismos españoles.
Esta convicción posteriormente se refuerza en otros autores que describen la forma de vida de los mapuches, tales como “Las Crónicas de la Conquista” de Aurelio Díaz Mesa o en “El Cautiverio Feliz”, de Bascuñan, donde se aprecia su vida limpia, ordenada y equilibrada en sus comunidades. También su sentido del honor, su hospitalidad y el respeto a los cautivos.
“La Araucana” nos deja una enseñanza muy importante: no existen pueblos inferiores o superiores, sólo vencedores y vencidos. El vencedor califica al vencido según sus valores favorecidos por la coyuntura de su éxito. Pero, ¿qué hay de los conocimientos y habilidades de los perdedores? Se quemaron los escritos de los aztecas -su historia- porque eran “salvajes”, en nombre de Dios. Sin embargo su capital, Tenochitlán, era mayor que el Madrid de los que la arrasaron y mucho mas limpia y ordenada. Cuestiones de apreciación, “todo es según el cristal con que se mira”. Como tantas cosas en la vida.
Hoy vemos que la técnica en manos de hábiles ignorantes/técnicos, contamina y destruye el planeta. La cultura y sus enseñanzas interesan muy poco. Son de una dudosa rentabilidad.
El gran mérito de Ercilla es haber respetado al adversario, sin perder el equilibrio, entre tanta sangre y exterminio.
Contribuyó a hacer de Chile una nación homogénea en la que todos nos sentimos parte de una nueva raza. “La Araucana” nos dio mucho de la fuerza que nos anima y enorgullece, ya que en este suelo se galvanizaron dos pueblos de acero mezclando su sangre en el campo de batalla y en el tálamo..
Honramos a nuestros antepasados respetando nuestros orígenes y recordándolos.
Viva Chile, Viva España. Viva Arauco jamás domado.
“..que la tumba serás de los libres
o el asilo contra la opresión”.

San José de Maipo, 4 de Octubre de 2005. Juan Carlos Edwards Vergara.

Texto agregado el 19-01-2006, y leído por 3021 visitantes. (0 votos)


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