Resulta que me levanto esta mañana, y me doy cuenta que amanecí muerto; ¿que tal ah?, bueno, así son las cosas de la vida (de la otra vida).

Esto de estar muerto es muy raro, puedo ver mis manos, puedo ver mis pies, veo el roto en mi pantalón de paño ingles "made in Medellín"(pasa que los fantasmas estamos vestidos con la misma ropa que usábamos al morir), incluso puedo ver mi cadáver junto a la ventana. Sin embargo hay algo que no entiendo!… ¿por que demonios no puedo ver mi reflejo en el espejo?… ¿ahora que carachas hago para ver si me veo decente para salir a la calle?…

¡Un momento!, ¡pero si estoy muerto!, soy un fantasma y nadie me puede ver. En ese caso voy a salir sin preocuparme.... Ah, carajo! se me olvida que estoy en Bogotá, "la Atenas suramericana"…. ¡Es seguro que a la salida me encuentro con algún otro fantasma!, y sin lugar a dudas va a ser un fantasma ilustre, por ejemplo con el General Simón Bolívar, o Galán, Don Gaitán, Don Pablo (Escobar, sin importar que al narco lo mataron en Medellín, es seguro que alguna deuda tiene aquí en la capital), al señor De Greiff, a Don Luis González, o al "venerabilísimo" señor presidente Samper…. (ah no, a ese todavía no lo pasan al otro lado), o alguno de los fantasmas de Macondo, aquellos de García Márquez…


¡Bueno!, con quien sea que me encuentre he de lucir bien. No se como pero me voy a comprar un traje con tirantes, sombrero y bastón, hecho
por supuesto con el mejor paño inglés ( made in England) ….

…



Me estoy dando cuenta de que estar muerto no es muy diferente a estar vivo: los conductores me pasan por encima sus carros y sus buses sin siquiera importarles, si saco la mano para parar un taxi ninguno me ve y siguen derecho, nadie me abre paso en el andén y no se nota que estoy dentro de la multitud, todos pasan sin poder verme, como siempre.

Para colmo, todavía no he visto ni un solo fantasma, y mucho menos una tienda con un traje apto para todo un "cachaco" como yo.

¡Alto!, en la esquina veo una tienda que desde aquí pinta bien.

- ¡Buenos días señora!, ¿tendría Ud. la gentileza de mostrarme el traje negro de la vitrina?, es precisamente lo que estoy buscando, me recuerda mucho el traje con el que enterraron a mi abuelo, ¿Qué casualidad, no?… ¿señora?… señorita?… ¡¡¡Oigame!!!… ¡¡¡Usted, la gorda del mostrador!!!… ¡pero que diablos estoy pensando!, ya se me olvidaba que estoy muerto.

A través del vidrio de la tienda veo un pordiosero que me esta mirando
fijamente, ¿podrá verme? ¡Sí, si puede verme!, me moví y me siguió con la mirada, voy a acercarme.

- ¡Buenos días caballero!, puede ser mi impresión, pero me parece que Ud. puede verme. -

- ¿Cómo no voy a verlo señor?, ¿o no se da cuenta de que yo también soy un fantasma? -

- ¡Pues la verdad no estoy seguro!… llevo horas buscando un fantasma, pensé que seríamos muchos, creo que ya me había resignado a ser el único. Tal vez Ud. no lo sepa por ser un pordiosero, pero… ¿no sabe, por casualidad, donde están los fantasmas ilustres?, por que supongo que en ésta "Atenas suramericana" debe haber fantasmas ilustres por doquier, como el poeta Luis González, o Jorge Isaacs, o Don Migu…-

- …¡No sea pendejo, sumercé! , esos, los finos, están en el norte de la ciudá, allí donde viven los ricos y penan los fantasmas "ilustres", como usted garla, de esos quedan muy pocos aquí en el sur. La mayoría se fueron a Uruopa o pa’onde los gringos. Aquí solo nos quedamos los fantasmas pobres y sin educación.-

- ¿ Y los políticos muertos ?.-

- ¡ En vida los mandaban al bote, dígase pa’ la cárcel de los platúos!… después de muertos se van derechito pa’l infierno a administrar los bienes del de abajo, quien, por cierto, sumercé, tiene más bienes que el vaticano!.-

- ¡ Vea, humilde caballero!, yo como que mejor resucito, por que ahora estoy totalmente seguro, la "vida" de los fantasmas es igualita a la de los vivos, y entonces… ¿ Para que carajos me muero?-