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Inicio / Cuenteros Locales / tano2003lv / El Sótano Prohibido

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Aquel día, cuando Michael despertó, notó que había muchísimas nubes negras en el cielo, y que amenazaba con una gran tormenta. Sin duda, iba a ser un día triste y aburrido. Pero luego cambió de parecer, al recordar que ese día iba a ocurrir algo interesante. Sus padres debían irse del país por cuestiones de trabajo y solo podían dejar al chico en un solo lugar: la casa del tío David, la cual Michael jamás vio y está muy alejada de toda zona urbanizada.
Sin que el chico lo supiera, sus padres habían evitado cualquier contacto con David desde hace muchos años, quizá porque no les agradaba, pero no había otra opción, nadie más podía quedarse con Michael las 2 semanas que debían estar fuera del país. Así que esa mañana nublada, bien temprano, partieron hacia la casa del tío David.

MICHAEL: - El tío vive muy alejado de la ciudad, ¿por qué?
MADRE: - No lo sabemos. Te dejaré anotado el número de mi celular, llámame solo para emergencias.
MICHAEL: - Su casa es bastante grande, y vieja… ¿vive solo?
MADRE: - No. Compró esa casa con un viejo amigo, creo que su nombre era James. .
MICHAEL: - ¿Por qué nunca ha venido a visitarme?
MADRE: - Muchas veces lo hemos llamado pero se ha rehusado a abandonar su casa. Quizá se cansó de nosotros. Hace 20 años que no lo vemos, ni siquiera sabemos el aspecto que tiene. Pero quería conocerte, recibí su llamada…

Después de tres horas de viaje, finalmente llegaron a la casa. Y, efectivamente, era grande, vieja y un poco desgastada. David estaba arreglando unas plantas junto a la gran puerta principal, y al verlos, hizo un gesto desagradable y puso la mejor sonrisa que le salió.
Michael había errado al imaginárselo. David era amable, atento, al parecer también divertido y alegre.
Mientras Michael y su padre paseaban por el jardín, su madre charló con el tío David.

MADRE: - Hace muchos años que no nos vemos tío. Tengo fotos tuyas, pero son muy viejas y ahora no te pareces en nada.
DAVID: - Sí, es que… aquí… hay mucho trabajo, y he estado haciendo mucho ejercicio. Yo también estoy sorprendido por lo diferente que estoy.
MADRE: - Le aseguro que Michael no le hará problema, es tranquilo. Y solo serán dos semanas. Además la casa es grande y tendrá con qué entretenerse.
DAVID: - No lo dudo, pero Michael no es el problema aquí…
MADRE: - También dejaré mi celular por cualquier emergencia.
DAVID: - Quédese tranquila, no lo necesitará…
Luego de charlar un rato con los padres y repetirles varias veces: “No se preocupen, cuidaré al niño”, ellos se marcharon. Y a los pocos segundos, Michael quedó solo. David se dio media vuelta y miró seriamente al chico.

DAVID: - Acompáñame mocoso, te enseñaré dónde dormirás.

Caminaron por varias habitaciones de la gran mansión hasta llegar a un dormitorio oculto bajo la escalera. Era una verdadera mugre: lleno de telarañas, libros tirados, tierra por todos lados y varios bichos dando vuelta. Michael trató de disimular la repugnancia que sintió al ver eso y sonrió levemente.

DAVID: - Aquí dormirás. Sé que está sucio, pero no tengo otra habitación para ti, ojalá te acostumbres. Seré claro y hablaré una vez, así que escúchame: Aquí no hay televisión, no hay computadoras, no hay teléfono, no hay nada que pueda resultarte divertido. Así que todos los días te levantarás temprano y me ayudarás a arreglar el jardín y a limpiar la casa. Tú prepararás el almuerzo y yo la cena. El pueblo más cercano queda a 30 kilómetros, yo iré una vez cada dos días, tú te quedarás aquí, encerrado en tu habitación hasta que regrese. Me gusta mucho la tranquilidad, así que te agradecería que no hagas ruidos. Tienes muchos libros para leer si lo quieres hacer. Por las noches posiblemente escuches ruidos del tercer piso, no te asustes, allí viven los antiguos dueños de la casa. Te aconsejo que no subas, no les gustan los niños.

Michael escuchó con atención todas las indicaciones y lamentó haber aceptado ir allí. David suspiró, tomó aire y volvió a hablar, esta vez con un tono más serio.

DAVID: - Escucha con atención: esta no es tu casa. Así que constantemente estarás informándome qué estás haciendo y dónde estás. Si yo te necesito y no te encuentro, te castigaré. Te aconsejo que evites eso, no me quieres conocer enojado. Quiero enseñarte algo, ven, sígueme.

David se fue caminando y Michael lo siguió. Fueron hasta la sala de estar, la cruzaron y entraron en una habitación oscura. El tío prendió una vela e iluminó una puerta que estaba escondida detrás de unas cajas.

DAVID: - Éste, es el sótano. Allí hay cosas personales y otras que te aconsejo que no veas. Si yo me llego a enterar que cruzaste esta puerta, tomaré el hacha y te cortaré las manos. Y te juro, que no estoy mintiendo, lo haré. Así que mantente alejado de ese lugar. ¿Entendiste?
MICHAEL: - S-sí.
DAVID: - Te darás cuenta que yo no trato con niños, nunca me gustaron, pero tus padres no sabían qué hacer contigo. La cena es a las 9 de la noche en punto, si llegas dos minutos más tarde, te irás a dormir sin probar un bocado.
MICHAEL: - Pero… tío…
DAVID: - No me trates de tío, dime “señor”. ¿Qué deseas?
MICHAEL: - Sobre el tercer piso… ¿es verdad lo de los antiguos dueños de la casa o fue una broma suya?
DAVID: - Niño, yo nunca bromeo. Todo lo que te diga, es verdad. Si quieres sobrevivir estas 2 semanas aquí, tendrás que acostumbrarte a mi estilo de vida. Tú lavarás la ropa de los dos y como te dije antes, prepararás el almuerzo. Yo soy muy exigente con la comida, si no me gusta, trabajarás el doble en el jardín, ¿entendiste?
MICHAEL: - Sí señor.
DAVID: - Ve a tu habitación a desempacar y ya tienes que preparar el almuerzo. Yo estaré en el jardín trabajando. En una hora, quiero la comida lista. Todo lo que necesitas ya está en la mesada.

Michael obedeció a su tío y fue a la habitación. Sacó la foto de sus padres y la colocó en la mesita de luz. Los miró durante varios segundos y luego se cambió la remera. Salió de su pieza y caminó hasta la cocina, observando todos los rincones de la mansión. Por la ventana, pudo ver a David bien lejos con un hacha cortando troncos. Habían pasado solo 5 minutos de la hora que disponía, así que decidió dar un breve paseo por el segundo piso.
Subió la escalera sigilosamente y observó varias puertas. Abrió la primera y había una habitación, con una cama bien grande y un gran espejo. “Debe ser la habitación de David”, pensó. Y continuó hasta la siguiente puerta, no sin antes cruzar una gran fotografía de un hombre desconocido con mucha barba y un hacha en sus manos. Al abrir la otra puerta, descubrió un gran baño. Continuó hasta la otra puerta y al abrirla, observó otra habitación, más grande que la anterior, aunque un poco descuidada. Cerró la puerta y siguió caminando suavemente, hasta que llegó a una gran ventana que daba al patio trasero. En ese momento, descubrió que David ya no estaba trabajando, y el hacha estaba tirada en el suelo.
Regresó corriendo hasta la escalera y bajó rápidamente. Fue hasta la cocina y observó por la ventana: David seguía sin aparecer. De repente una mano se posó sobre su hombro, Michael gritó asustado.
DAVID: - ¿Dónde diablos estabas? ¿Fuiste al sótano mocoso?
MICHAEL: - ¡No! Solo estaba… buscando el baño…
DAVID: - Te dije que me avisaras de todos los movimientos que haces…
MICHAEL: - Lo siento, creí que eso no contaba para el baño.
DAVID: - Te lo dije antes y te lo repetiré ahora. Si no respetas mis órdenes, te castigaré.
MICHAEL: - Perdón señor, no volverá a suceder.

Una hora más tarde, el almuerzo estaba listo y David sentado en la mesa. Michael no le sacaba la vista de encima. Su tío probó la salsa y exclamó:
DAVID: - Bueno, no está nada mal. Puedes sentarte a comer.

Esa tarde, David hizo trabajar a Michael como un esclavo. A las ocho de la noche, Michael estaba agotado, solo quería descansar. Se bañó y al salir del baño, escuchó que algo de vidrio se rompió en el piso de arriba. Miró por la ventana y de repente escuchó una voz junto a él.
DAVID: - ¿Qué miras?
MICHAEL: - Escuché un ruido allí arriba.
DAVID: - Deben ser los antiguos dueños. No les hagas caso. La cena estará lista en una hora. Sé puntual, o no cenarás. A las diez en punto quiero que estés acostado. Por las noches cerraré tu puerta con llave para evitar que salgas, los mocosos como tú tienen la costumbre de desobedecer a los mayores.
MICHAEL: - Como usted quiera, señor.

Después de decir eso, David se fue a la cocina y Michael quedó solo en la sala de estar. Empezó a recorrerla, ya que era bastante grande. Notó que había un cable que salía de la pared pero no estaba enchufado en nada. Había una puerta allí, pero estaba cerrada.
Cruzó la sala de estar y se adentró en la sala oscura, donde yacía la puerta que llevaba al sótano. Había un olor desagradable. Como todo estaba oscuro, regresó a la sala de estar inmediatamente. Escuchó pasos en el piso de arriba, pero trató de pensar en otra cosa.
A las nueve en punto Michael fue a la cocina y cenó con David, sin dirigirse ni una palabra. En la casa, había un silencio total todo el tiempo. Solo se escuchaban de vez en cuando algunos ruidos del tercer piso.
A las diez, Michael ya estaba en su habitación acostado. Mientras pensaba en todo lo que había ocurrido ese día y en el extraño comportamiento de su tío, la puerta de su habitación se cerró con llave desde el otro lado.

DAVID: - No lo olvides. Mañana a las seis te despertaré. Duerme bien porque quizá trabajes el doble. Buenas noches.
MICHAEL: - Buenas noches señor.
Se durmió enseguida.
Al día siguiente, lo despertaron los fuertes golpes de su tío en la puerta.

DAVID: - ¡Despierta mocoso, el desayuno está listo! ¡Sal de una vez, no me obligues a entrar a buscarte!
MICHAEL: - ¡Un segundo!
De muy mala gana, se puso sus zapatillas y abandonó la habitación. El desayuno estaba en la mesa y David se encontraba sentado en un sofá, leyendo un libro.

DAVID: - El baño de aquí no funciona, así que tendrás que hacer tus necesidades en el segundo piso. Subes, vas al baño, y vuelves aquí. No quiero verte fisgoneando por ahí.
David tomó el hacha y se fue al patio. Michael subió la escalera y se dirigió al gran baño que había visto el día anterior, pero al pasar por la puerta de la primera habitación (que se encontraba abierta) descubrió un pequeño objeto junto a la cama. Se acercó bien para cerciorarse de que no estaba equivocado. Y no lo estaba: era un teléfono. Al ver eso se molestó un poco y empezó a pensar en la frase de su tío: “Yo nunca bromeo”.
Él había escuchado bien sus palabras: “En esta casa no hay teléfonos, no hay televisión, no hay computadoras”. Comprobó que el teléfono tenía tono, así que salió de la habitación y fue al baño. Luego de hacer sus necesidades bajó a la cocina y nuevamente David apareció de repente (lo hacía con frecuencia) y Michael volvió a asustarse.

DAVID: - Voy a ir al pueblo a comprar, así que ve a tu habitación, te encerraré allí para que no salgas.

Michael caminó hasta la sala de debajo de la escalera, entró en ella y su tío cerró la puerta. A los pocos minutos, se escuchó el ruido de la camioneta alejándose cada vez más. Michael comenzó a revisar el estante de libros y observó que todos ellos se trataban de brujerías y extraños hechizos, tenían nombres como: BRUJERIA SIGLO XVIII, CONECTANDO CON LOS MUERTOS, HECHIZOS Y MALDICIONES, y otros tantos más. Tomó el libro de maldiciones y vio que estaba marcado en una página. Lo abrió y había una maldición remarcada, para INVADIR CUERPOS.

MICHAEL: - No puedo creer que creas en éstas cosas…
Se dijo a sí mismo. Después abrió un cajón y encontró una pequeña llave en él.
Un poco extrañado metió la llave en la cerradura de la puerta, giró y misteriosamente la puerta se abrió. Michael, sin poder creerlo, abandonó la habitación. Caminó hasta la escalera y subió al segundo piso. Visitó la habitación de David. Allí volvió a notar un cable en el suelo, que provenía desde la pared. Y habían varios enchufes, que al parecer nunca se usaban, ya que no había artefactos eléctricos.
Michael descubrió varias habitaciones que no se usaban. “Ja, no tengo otra habitación”¸pensó. Y en un rincón, descubrió otra escalera. “En el tercer piso viven los antiguos dueños de la casa”, recordó las palabras de su tío David, “No le gustan los niños, así que mantente alejado”.
Pensó que eran solo más mentiras de su tío y comenzó a subir. Pero al subir tres escalones, comenzaron a escucharse golpes en el tercer piso y eso provocó que Michael retroceda. Junto a la escalera, había una puerta que todavía no abrió, entonces lo hizo. Allí dentro descubrió varias botellas pequeñas con líquidos adentro. Al parecer eran pociones. Todas tenían nombres raros, solo entendió una que decía: SUEÑO, y otra que decía MUERTE. Leyó las dos botellas: “Tomarse todo el líquido de la botella de un sorbo y harán efecto a los 10 segundos.”
Abandonó la habitación y regresó al primer piso, a la sala de estar. Tomó las velas de la mesa y fue hacia la sala oscura. La puerta del sótano no tenía cerradura, por eso siempre estaba abierta, quizá por esa razón su tío David le prohibió bajar allí. Pero él ahora no se encontraba en la casa.
Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y bajó lentamente por la escalera, se encontraba en el sótano prohibido.

MICHAEL: - Veamos qué secretos guardas aquí tío…
Se dijo a sí mismo. Y comenzó a revolver entre las cajas que había ahí. Parecía ser una sala grande.

MICHAEL: - Uf, hace frío aquí.
Y continuó buscando algo. Había una pequeña ventanita allí. Se subió a una vieja silla y observó el patio. De repente, escuchó un ruido y con terror, contempló cómo la camioneta del tío se estacionaba cerca de un gran árbol.
Michael, asustado, salió corriendo y tropezó contra un objeto cubierto por una tela. Al caer al suelo, sacó la tela y observó un televisor. Había varios objetos cubiertos. Comenzó a descubrir uno por uno, y encontró cuatro televisores y una computadora. Luego notó que había varios teléfonos guardados dentro de una caja y un equipo de música. Todo se veía nuevo. También descubrió otra puerta, pero decidió regresar a su habitación.
David entró en la mansión y al parecer no se dio cuenta de nada. El resto del día transcurrió al igual que el día anterior: Michael tuvo que trabajar duramente en el patio trasero, cortando varios troncos. Luego, a las nueve en punto, se encontraban cenando.

MICHAEL: - Señor, he visto varios cables que salen de la pared pero no están conectados a nada. ¿Para qué sirven?
DAVID: - Ah, esos cables. Vinieron con la casa, hace más de 20 años. Nunca supimos para qué eran.
MICHAEL: - ¿Está seguro que no hay televisores en la casa?
DAVID: - Oye, niño, ¿Insinúas que soy un mentiroso?
MICHAEL: - No, yo solo…
DAVID: - Levántate y ve a tu habitación. En un rato estaré ahí para cerrarla.

Michael esperó que David le cerrara la puerta y, luego de unas horas, utilizó nuevamente la llave para salir de la habitación. Esta vez llevó una vela porque todo estaba oscuro. Michael sabía que su tío había mentido. Que los cables tenían que ser conectados al televisor.
Regresó al sótano y notó que todos los objetos estaban tapados nuevamente. Fue hasta la puerta y para sorpresa suya, estaba abierta. La cruzó y del otro lado, había otra escalera. Bajó y cada vez hacía más frío. La vela parecía apagarse en cualquier momento.
Siguió caminando hasta que encontró un baúl, en el medio de la sala, dentro de un círculo dibujado en el suelo. Tenía cuatros velas, una al norte, otra al sur, al este y al oeste. Michael llegó hasta el baúl y se dispuso a abrirlo, cuando escuchó pasos en el piso de arriba. Luego comenzaron a oírse murmullos dentro del baúl. Y de repente, un grito:
DAVID: - ¡Michael, mocoso! ¿Dónde diablos te has metido?

Michael, asustado, abandonó la habitación rápidamente y subió las dos escaleras. Cruzó la sala oscura y la sala de estar y observó que David estaba abriendo la puerta de debajo de la escalera.
DAVID: - ¡Te advertí y no me escuchaste! ¡No puedes esconderte de mí!
David se fue corriendo hacia fuera de la casa. Michael fue corriendo y lo observó por la ventana: su tío tomó el hacha que había dejado clavado a un tronco y regresaba rápidamente hacia la mansión.
Michael subió la escalera rápidamente y decidió esconderse en la habitación de David, que pensó que sería el último lugar se metería. David, furioso, irrumpió en la sala de estar y corrió hasta la sala oscura. La puerta del sótano estaba abierta.

DAVID: - ¿Michael? ¿Estás allí dentro? ¡Sal en este mismo instante!
Pero nadie respondió. Miró seriamente la escalera y fue hacia ella. Michael, mientras tanto, se escondía bajo la cama de su tío. Sentía una rara sensación, un fuerte dolor de cabeza y un calambre en las manos.
David corrió hasta la escalera que daba al tercer piso y notó que la puerta estaba cerrada. Regresó hasta el gran baño y gritó:

DAVID: - Será mejor que vengas en este mismo instante. Te advertí lo que pasaría si entrabas a esa habitación. Eres un mocoso desobediente. ¡No me hagas buscarte!
Pero no obtuvo respuesta. Michael permaneció varios minutos escondido, hasta que la voz de su tío no se oyó más y se perdió de vista. El chico salió de debajo de la cama y corrió hasta la sala de las pociones. No podía pensar bien en lo que hacía, sentía un gran dolor en las manos.
Llegó y agarró una pequeña botella que decía MUERTE, en un cartel un poco despegado. “¿Qué estoy haciendo? No quiero hacer esto…”, Michael no quería tomar aquella poción, pero algo dentro suyo le decía que lo haga, “Es mejor estar muerto”, pensó. Y se tomó de un sorbo, todo el líquido de la botella. A los pocos segundos comenzó a marearse y los ojos se le cerraban. Salió al pasillo, ya casi no le quedaban fuerzas. De repente, David apareció junto a él con el hacha.

DAVID: - ¿Creíste que podrías conmigo? No te será nada fácil… cambié el líquido de las botellas. Te has tomado el de SUEÑO.
MICHAEL: - Eres un…
Y el chico cayó al suelo, entrando en un profundo sueño.
Varias horas más tarde, abrió los ojos nuevamente y observó a David junto a él, con el hacha en sus manos, conversando con otro hombre. Todavía sentía un gran dolor en las manos.

DAVID: - No es mi culpa. Fui lo más estricto posible con el chico. Pero al parecer ella fue más fuerte. Cayó en su trampa. No quiero hacer esto, pero es la única salida. Los hechizos deben acabarse.
HOMBRE: - Por lo menos espera a que despierte, él tiene que saber la verdad. Luego le cortarás las manos.
DAVID: - Es un mocoso desobediente, no entenderá. ¡Se la cortaré ahora!

Su tío levantó el hacha y se disponía a cortar su mano, pero Michael la corrió justo a tiempo y solo le llegó a cortar un dedo. El chico se levantó de un salto y con todas sus fuerzas empujó a David. Salió corriendo de aquella habitación, bajó la escalera y se encontraba en el segundo piso. Corrió hasta la habitación de David y entró en ella. Rápidamente, tomó el teléfono y como pudo, marcó el número del celular de su madre.

DAVID: - ¡Michael, ven aquí! ¡Tengo que cortarla!
El teléfono funcionó y su madre contestó.

MICHAEL: - Mami, estoy en peligro. ¡David quiere matarme, me está persiguiendo con un hacha!
MADRE: - ¡¿Qué?! ¿Michael, es una broma?
MICHAEL: - ¡Por favor, vengan a buscarme! Él, está loco… y no puedo acudir con nadie. ¡Sácame de aquí!

David irrumpió en la habitación.
DAVID: - ¡No huirás! ¡Déjalo!

Michael no podía pensar con claridad. Rompió con el cuerpo la ventana y se encontró en el balcón. El teléfono cayó al suelo, hasta que David lo tomó:

DAVID: - Señora, no se preocupe, estamos cuidando a su hijo como podemos. Ahora estamos jugando a un juego y el chico se lo toma muy en serio. Todo está bien.
MADRE: - ¡Quiero hablar con mi hijo! ¿Por qué me ha llamado?
DAVID: - Tranquila señora, su hijo ahora se escondió. Continúe con su trabajo, Michael la está pasando de maravilla.
MADRE: - Está bien. Mañana llamaré para hablar con él. Dígale que lo extraño mucho.
DAVID: - Se lo diré, descuide.
Luego cortó. Michael, mientras tanto, rompió la ventana de la otra habitación, salió al pasillo y observó a un hombre a pocos pasos de él. Le faltaban las dos manos.

HOMBRE: - ¿A dónde crees que vas, miserable?
Michael corrió a toda velocidad hacia la escalera, bajó al primer piso y David le estaba pisando los talones. Lo estaban acorralando, así que Michael cruzó la sala de estar, luego la sala oscura y allí David lo atrapó.

DAVID: - ¡Te tengo! ¡Eres más rápido que antes! ¡Miserable, te cortaré las manos!
Michael gritó con todas sus fuerzas y empujó a David por la escalera del sótano. Éste cayó, golpeándose varias veces la cabeza hasta que llegó al suelo. Michael suspiró y alguien lo golpeó en la cabeza con una madera. El chico cayó al suelo, pero no se desmayó.

HOMBRE: - ¡No! ¡Miserable! ¡Lo has tirado por la escalera! ¿Lo mataste?

Mientras el sujeto se lamentaba, Michael se arrastró lo más rápido que pudo hasta la escalera y subió al segundo piso. Continuó arrastrándose hasta la sala de las pociones y tomó la poción del SUEÑO. Espero unos segundos y el sujeto desconocido estaba detrás de él.

HOMBRE: - Voy a matarte. Volverás a dónde tienes que estar…
De repente, Michael le tiró la poción en los ojos y el sujeto comenzó a retorcerse de dolor en el suelo por varios minutos, hasta que finalmente murió. El chico había recordado que habían cambiado las botellas. En ese momento, reconoció al sujeto desconocido, era el hombre que estaba en la gran foto, con un hacha en las manos.
Michael quedó en el suelo rendido, y la casa quedó en un completo silencio. Pasaron varias horas, y salió el sol.
Después de mucho tiempo, Michael abrió los ojos y se puso de pie. Vio el cadáver del sujeto de la foto en el suelo y sonrió.

MICHAEL: - Lo siento David, pero eras tú o yo. No me diste opción.
El chico fue hasta el sótano, bajó la escalera y allí estaba David, lamentándose en el suelo, con las piernas quebradas y varias cortadas en la cabeza.

DAVID: - ¿Qué le hiciste a David? ¿Dónde está?
MICHAEL: - Tranquilo James, David está descansando. Sabes que no puedo dejarte aquí, a veces pienso que este lugar esta embrujado.
Michael llevó a James arrastrando hasta el tercer piso y lo colocó en un rincón de la habitación.

MICHAEL: - El pobre Michael nunca sospechó que tú no eras David. Me has sorprendido. Por momentos, creí que no eras James. Después de todo, hacía 20 años que esta familia no veía a David… las apariencias engañan, ¿no?
DAVID: - ¿Qué harás conmigo?
MICHAEL: - Si te portas bien, te dejaré vivir. Pero te cortaré las dos manos. Es lo menos que puede hacer después de lo que me hiciste cuando estuve dentro del cuerpo de David. Cuando me cortaste las manos, sentí una gran desesperación y me encontré nuevamente encerrado dentro de ese horrible baúl, en el oscuro y frío sótano. Por suerte, la curiosidad de Michael hizo que yo tuviera otra oportunidad de resurgir.
Ustedes me encerraron en el sótano por 20 años y se rehusaron a abandonar la mansión para que yo no escapara. Casi lo logro, cuando me apoderé de David, pero tú le cortaste las manos a tiempo y regresé al baúl. Pero tuviste una gran idea, y te hiciste pasar por David, ya que la familia de Michael se hubiera asustado si veía a su tío con las manos cortadas. Pero tú eres James, y siempre lo serás.
Solo necesitaba que alguien entre al sótano para poder entrar dentro de él. Al principio me encuentro en sus manos, y poco a poco voy esparciéndome por todo el cuerpo, pero para eso necesito varias horas y ustedes me lo han impedido.
Y ni siquiera hablemos de tu idea de cambiar las botellas de MUERTE con SUEÑO.
JAMES: - Sabía que si tomabas esa poción, Michael iba a morir y tú renacerías dentro del cuerpo de él, por eso cambié las botellas. Por lo menos hubieras dejado que Michael conozca a su verdadero tío,…
MICHAEL: - Créeme, lo conoció, pero no le gustó nada y por eso le tiró la poción en los ojos.
JAMES: - ¿Quién demonios eres?
MICHAEL: - Nunca entenderías… te falta más lectura de libros. Dentro de unos días los padres del mocoso vendrán a buscarme, así que tendrás que cuidarte solo, ¿podrás? Lo dudo mucho, con las piernas quebradas, no podrás ni siquiera caminar.

Michael, o como se llame, cerró la puerta de la habitación, se colocó una venda en la mano porque no paraba de sangrar donde le habían cortado el dedo y se disponía a bajar al primer piso, pero cuando pasó por la puerta de la habitación de David, sonó el teléfono.
MICHAEL: - ¿Hola?
MADRE: - ¿Michael? ¿Estás bien? Ayer sonabas un poco exaltado.
MICHAEL: - Perdón mami, me dejé llevar por el juego que estábamos jugando con el tío David. La estoy pasando muy bien. Y te extraño. Estaré esperando el día que me vengas a buscar.
MADRE: - Yo también te extraño mi amor. En diez días, estaré allí. Tengo que cortar. Te amo. Adiós.
Michael sonrió, y luego de varios segundos, dijo:

MICHAEL: - Adiós mami.

FIN

Texto agregado el 24-01-2006, y leído por 89 visitantes. (0 votos)


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