TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / borda / Un mensaje de texto

[C:175627]

Un mensaje de Texto
(de Gabriel Borda)


Siempre le llamó la atención no saber el final de las cosas. Nunca le gustó que las cosas dejen de pasar así porque sí, sin saber el motivo. Un poco cabeza dura, un poco necio, nunca le importó qué rótulo le pongan. A él le gusta saber que las cosas siempre tengan un coto, un punto final.
Cuentan que de chiquito preguntó -mientras remontaba un barrilete casero con los colores de su club- por qué el Sol se asomaba por allá y se escondía por acá. O que, mirando el cielo, alguna vez se encaprichó en vano con no bajar la cabeza hasta ser testigo del paso de una cigüeña. Es más, en su seno familiar, recuerdan con gracia cuando una siesta de invierno pasó horas frente al televisor porque quería ser testigo del cambio de temperatura que mostraba el borde inferior de la pantalla.

Cosas así, pequeños detalles, lo llevaron más de grande a elegir su profesión. De chiquito fue eligiendo su destino al descubrir qué cosas le generaban una inquietud transitoria. Nunca entendió, por ejemplo, pero ya de grande, por qué había gente que dejaba que las relaciones entre sí se esfumen con el tiempo y se pierdan en el olvido. Nunca entendió por qué las cosas no terminaron como él hubiera querido. Nunca entendió por qué razón le gustó tanto esa morocha de cuerpo femenino aquella noche de bar con amigos en la que ambos cruzaron miradas y palabras primero, y besos inolvidables después.

Una tarde como cualquiera, de bermudas y sol, viajaba rumbo a su trabajo cuando el vibrar de su celular sorprendió su parsimonia. Un mensaje de texto de ella era lo menos que podía esperar después de tantos meses de imaginarla suya; por eso su cara se transformó en asombro e incertidumbre, luego en felicidad y ansias cuando descubrió que el visor de su teléfono llevaba el nombre de Analía. El colectivo venía cargado, hacia calor, y él traspiraba por todos los motivos. No quería leerlo en ese ámbito que no era el propicio para analizar, hacer conjeturas, releer en contadísimas veces y hasta elaborar una respuesta ingeniosa. Decía que las cosas buenas había que disfrutarlas sin apuros, sin estridencias, y recordaba con nostalgia cuando en su niñez separaba, siempre para el final, las deliciosas papas fritas que con gusto le cocinaba su madre.

Guardó el aparato en su bolsillo derecho sin leer el mensaje y al levantar la vista descubrió que los demás pasajeros lo estaban observando. Sonrió tímido. Miró a la nada por la ventanilla y, mientras depositaba los ojos en una discusión entre automovilistas, carburó a más no poder qué podía decir ese mensaje.

¿Qué podría querer después de tantos meses sin novedades aquella morocha de cuerpo femenino? ¿Pero quién aseguraba que, realmente, podía querer algo? ¿Sería el pretexto explicatorio de por qué ella no atendió más sus llamados? ¿O sería uno de saludos, totalmente descontracturado, que comenzaría con el vulgar “¡Hola, como va todo!”? ¿Vendría provisto de la hiriente y burda frase “¡¡Tanto tiempo!!” o tendría ella el tupé de confirmar mediante un simple mensaje de texto que había vuelto con el corpulento novio al que él no conocía pero que igualmente odiaba por el simple echo de haberla descubierto con anterioridad? Tal vez, quién sabe, -pensó- querría compartir su alegría con él al contarle “¡¡¡Me recibí, por fin!!!”
¿Y si el pedido era el que él quería escuchar? ¿Y si Analía le decía en ese inesperado mensaje que estaba dispuesta a envejecer junto a él bajo la sombra de la parra tomando mates con pastafrola, hablando de los nietos, el reuma, la ineficacia del PAMI y tantas cosas mas, como alguna noche jocosa ambos se habían prometido? ¿Qué podría decir ese mensaje que al fin de cuentas ya iba a cambiarle la monotonía del sábado? ¿Y si arrancaba y finalizaba con un simple “nos vemos hoy a la noche” o un caprichoso “me llamas por favor”?

No aguantó. No pudo. No esperó llegar al trabajo y lo leyó ahí mismo, en el último asiento de la fila derecha, decía:
“Hola amigos/a aquí les paso mi nuevo numero 1556423651, un beso, Ana”

Obviamente, no contestó...

Texto agregado el 25-01-2006, y leído por 175 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
26-01-2006 muy bueno también, sabés contar, mantenés la sorpresa de tu trama y a un tiempo dejás entrever más escenarios, muy bueno. te felicito. romantrop
25-01-2006 Así es la vida a veces ¿no?. 5* para ti. PiaYacuna
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]