Gerardo Lozano Cervantes piensa que alguien tiene la mirada secreta, que cuando observa lo hace de reojo con seguros en los ojos, y que si te clava sus pupilas se te va a infectar la herida; ¿Quién ¡ha perdido la vista!?.

Por lo pronto, tengo un cielo lloroso, melancólico y quejumbroso.

Conozco el episodio de un joven vigoroso, entrón, orgulloso.
-¡Nunca rajó! haya o no haya tesoro.
Cuando se habló de negocios hubo expectación, su amante lo miró con gran desolación. La apuesta se cerró y él aseguro que podría aguantar la respiración. Se hizo la inmersión, pero, ya nunca salió. -Saben, creo que pese a todo él la ganó; porque según Yo recuerdo, las reglas eran ver quién emergería al final y los ahogados después de tres días suelen flotar.

También conozco la historia del ciego que todos lo libros quiso devorar. La lectura consumió sus ojos y más tarde sus dedos ya no lo pudieron auxiliar: Geografía, orografía, topografía; en braille, las agudas cordilleras se los rebano al estudiar.