Mi mar, mi amor, mi vida.


Es la paz que necesita mi cuerpo cansado, desde esta ventana puedo ver el mar a la distancia, me llena de serenidad su vista, tan grande, tan infinito. El ir y venir de las olas es incansable, quisiera ser una ola, para no sentirme agotada, cambiar, renovarme, pero este cáncer es mi pesadilla, quiero despertar ¡¡¡quiero despertar!!!

Ayer estuve triste, muy triste pasó por mi lado la muerte, vino a buscar a un joven de dieciocho años. Su padre suplicaba ayuda, pero ya era tarde, muy tarde. Para los que estábamos aquí era el fin, para él era el inicio, yo lo sé, porque mi ángel que me acompaña y que ahora me habla me lo dijo:- “El dejó su cuerpo, su envoltorio transitorio, ahora está pleno de felicidad allá con su creador.”

A veces quisiera esa felicidad eterna, pero me niego a ser feliz, quiero ver crecer a mis hijos, envejecer con mi esposo, amar mucho más, llenarme de amor, para dar. Siento muy cerca la muerte, es fea, porque trae dolor a los que se quedan, Hoy me ha sucedido algo insólito, después de haber recibido mi quimioterapia, me he dormido profundamente y mi espíritu no encontró nada mejor que salir a vagar.

Se fue a la playa que está abajo del Hospital Naval de Viña del Mar, ha viajado como el viento nada lo detuvo, se ha quedado frente al mar empapado de gozo, mirando las olas, la espuma y sintiendo la brisa marina. Pronto se cansó y se fue a mi casa, la recorrió completa, se detuvo en la habitación de la más pequeña y no pudo contenerse, le soplo un beso. Pasó por la cocina y mejor no miro, porque se notaba mi ausencia.

Este espíritu se había entusiasmado con la libertad y no quería volver, fue en ese momento cuando los médicos corrían hacía el pabellón conmigo, para hacerme resucitación. Y el muy bendito se negaba a volver, me puse firme y le ordene regresará a mi cuerpo, pues aún no era mi hora.

Estoy recuperándome del susto, tengo la fe puesta en Dios en que me queda mucho por hacer, el mar me espera y me anima con su infatigable tarea, deseo que sus aguas me acaricien, que las olas me abracen, sentirme viva y disfrutar de las cosas simples de la vida, que importa el estar calva, que importa el desfigurarme, si eso me va devolver un poco de vida.

Mi ángel me ha conversado, que sabe extraoficialmente que gracias a las muchas oraciones que se han recibido allá en el cielo y que se ha comprobado son sinceras, se me ha autorizado a seguir un tiempo más acá en la tierra.

Esta noticia me llena de alegría y de agradecimiento, puedo enfrentar esta enfermedad, no estoy sola me siento amada y estimada. Lo que sembré hace ya mucho está dando sus frutos, gracias Dios mío, y aunque me vaya contigo antes de lo esperado confiaré en que me aguarda la felicidad eterna.